Costó 7.378 millones de pesetas (44 millones de euros). Supuso el añadido de 20 kilómetros de trazado. Y se convirtió en el penúltimo paso para la conversión en autovía de la vieja N-I a su paso por la provincia de Burgos, una infraestructura que quedó completada solo cinco meses después. Hace ahora 30 años, el 1 de febrero de 1992, se inauguraba el tramo Milagros-Aranda de Duero de la nueva Autovía del Norte, que quedaría definitivamente terminada en noviembre con la apertura de los túneles de Somosierra.
La A-1, que permitió por primera vez la conexión completa entre la meseta y la frontera francesa a través de vías de alta capacidad (la autopista Burgos-Armiñón ya estaba terminada desde 1984) exigió una inversión total de 76.500 millones de pesetas y permitió dar un evidente salto de progreso a la provincia, que pronto vería también la A-62. Pero al mismo tiempo conllevó un peaje para los pueblos y negocios que quedaron fuera del trazado. Algunos tardaron en recuperarse. Otros no lo han conseguido nunca.
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