La ciencia alerta del peligro de un mundo sin antibióticos

A.G.
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La Universidad de Burgos se implica en la campaña para mejorar el empleo de estos fármacos impulsando investigaciones vinculadas y participando activamente en el contexto del Plan Nacional Frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN)

David Rodríguez Lázaro, microbiólogo, afirma que sin antibióticos no habrá cirugías ni trasplantes. - Foto: Alberto Rodrigo

David Rodríguez Lázaro, profesor de Microbiología de la Universidad de Burgos, director de la unidad de esta misma disciplina y desde hace meses, responsable del Centro de Patógenos Emergentes y Salud Global, no escatima en adjetivos contundentes cuando se refiere a la crisis de salud pública de la que no se habla, o se habla menos, pero que amenaza con devolvernos "a un mundo sin cirugías ni trasplantes ni tratamientos oncológicos" y en no mucho tiempo. Se refiere a la resistencia a los antibióticos, es decir, a que hace ya años que estas medicinas han empezado a no funcionar como lo hacían, hasta el punto de que es la causa, ahora mismo, de no menos de 700.000 muertes al año. No niega que dibuja un "escenario apocalíptico" pero lo hace porque todos los datos que maneja la comunidad científica le conducen a él: "Es un problema de salud pública de primera magnitud hasta el punto de que impulsó una asamblea general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), algo que solo se ha hecho por tres causas más: el sida, el ébola y la diabetes y otras enfermedades crónicas, y el G-7 lo ha incluido en su agenda como una prioridad al nivel del cambio climático".

¿Y por qué han dejado de funcionar los antibióticos, estos fármacos que asombraron al mundo y que apenas llevan un siglo con nosotros? Diego Serrano, biólogo, profesor de la Facultad de Ciencias de la Salud de la UBU y representante de la universidad en el Grupo de Trabajo de Facultades Biosanitarias del Plan Nacional Frente a la Resistencia a los Antibióticos (PRAN) lo explica: "Un antibiótico es una sustancia química que mata o inhibe el crecimiento de los microorganismos y que va dirigida a una bacteria y no a una enfermedad. Las bacterias, espontáneamente, mutan en sus genes y algunas adquieren una ventaja selectiva porque desarrollan mecanismos que les hace resistentes a los antibióticos por varias razones: secretan sustancias que los destruyen, cambian el sitio donde actúan o consiguen que no entren en su interior".

El tremendamente frecuente uso de los antibióticos desde que aparecieron debido a su enorme eficacia hasta el punto de parecer "mágicos" -añade Rodríguez Lázaro- ha hecho que se cree "una presión selectiva muy fuerte y que sobrevivan aquellas bacterias más resistentes, de tal manera que ahora hay muchas que se han hecho fuertes no a un tipo de antibiótico sino a muchos. Por eso es importante que se reconduzca su uso hacia la prudencia desde todos los ámbitos: sanidad animal -donde está muy controlado y se han conseguido avances significativos-, hospitales y primaria y la ciudadanía, que tiene mucho en sus manos para mejorar la situación". Esto, sumado a que hace años que no aparecen nuevos antibióticos "ya que no son muy rentables para las farmacéuticas", como apunta Serrano, a que el 50% de los que se recetan en Primaria no son necesarios, según Rodríguez Lázaro, y a que los españoles 'almacenan' antibióticos en sus casas hasta doscientas veces más que los suecos, por ejemplo, ha hecho, que, como en tantos otros problemas que atenazan ahora mismo al mundo, se hable de una tormenta perfecta.

El asunto ha llegado, incluso, a la clase política. El pasado mes de septiembre el Congreso aprobó una proposición no de ley que insta al Gobierno a adoptar medidas que pongan freno a la resistencia a los antibióticos. Pero el trabajo ya hace tiempo que había empezado: fue en 2014 cuando se puso en marcha el PRAN de manos del Ministerio de Sanidad, que ya tiene interesantes aportaciones locales.

El pasado miércoles, y dentro de la Semana de Concienciación del Uso Prudente de los Antibióticos, tuvo lugar una actividad que bajo el título Investigando resistencias en la UBU, dio a conocer algunos de los trabajos que se han realizado en esta línea: Conocimientos y comportamientos relacionados con el uso prudente de antibióticos en la Universidad de Burgos, de Nuria Santamaría, enfermera residente de la especialidad de Familiar y Comunitaria; Análisis del consumo de antibióticos en los centros de salud de Burgos en el periodo 2019-2020: impacto de la pandemia por COVID-19, de Laura Azofra, enfermera del HUBU, y Staphylococcus burgalensis, una nueva especie multirresistente en las aguas de Burgos, de Lorena Casado, estudiante de doctorado y miembro del Grupo de Microbiología Una Salud de la Facultad de Ciencias y Centro de Patógenos Emergentes y Salud Global de la UBU.

En la primera investigación se pudo comprobar -son datos de 2019- que los conocimientos y comportamientos relacionados con los antibióticos de la comunidad universitaria (muestra de 457 personas, 296 estudiantes, 95 profesores y 66 miembros del personal administrativo y de servicios) eran adecuados de manera general y, en algunos aspectos, mejores que los resultados del Eurobarómetro 2018 y mayores en los participantes de la Facultad de Ciencias de la Salud.

"A pesar de esto -destaca Diego Serrano- hay que recalcar que hay áreas en las que se encontraron desconocimientos en aspectos básicos y comportamientos imprudentes en los que sería necesario intervenir. Por ejemplo, hubo gente que respondió que creía que la resistencia a los antibióticos ocurre cuando el organismo, y no las bacterias, se hace resistente, que usarían antibióticos para tratar infecciones virales como la gripe o el resfriado, que habían alterado la duración y la frecuencia del tratamiento de antibióticos para adecuarlo a su ritmo de vida o que habían tomado antibióticos sobrantes de tratamientos anteriores para cuadros cínicos similares sin consultarlo con ningún médico".

Reducción en Primaria. La investigación sobre el consumo de antibióticos en los centros de salud de Burgos ha revelado, por su parte, que éste descendió del año 2019 al 2020, en consonancia con la tendencia que, según indicó Serrano, se viene observando en España desde 2015: "Hay que tener en cuenta que puede ser consecuencia de la adopción de las medidas de protección y las restricciones impuestas por la pandemia. Y esta reducción hay que verla en perspectiva, pero demuestra que hay mucho margen de mejorar para llegar a parecernos a los países que menos antibióticos consumen de Europa".

En este nivel de la asistencia, en la Gerencia de Atención Primaria se puso en marcha en 2017, el Programa de Optimización del Uso de Antibióticos (conocido como PROA), que cuatro años antes se había creado en el Hospital Universitario de Burgos. Fue en 2013 cuando se constituyó un equipo formado por profesionales de diferentes servicios cuyo trabajo logró un importante ahorro al hospital, que fue cifrado en 60.000 euros en los primeros cuatro meses incorporando diversas medidas de mejora del uso de los antibióticos. Más tarde la actividad de ese grupo dejó de ser tan efectiva.