«Antes se iba a comprar mueble bueno a la Sierra; ahora no»

G. ARCE
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ENTREVISTA | Arturo Rica, el dueño de Ribsa, la empresa maderera de Huerta de Rey, es un convencido del asociacionismo empresarial y del enorme potencial que esconde el mundo rural. Participa activamente en la patronal de la madera burgalesa y en FAE

Arturo Rica, presidente de Burmadera. - Foto: f2estudio

Treinta y tres empresas madereras de Burgos, sagas familiares muchas de ellas con una gran raigambre rural, y más de 500 trabajadores están representados en Burmadera, la Asociación de Empresarios de la Madera de Burgos, patronal en la que Arturo Rica, el dueño de Ribsa, el fabricante de bobinas de Huerta de Rey, repite de nuevo tras un mandato anterior de 14 años. El momento  es complejo, la madera es un recurso estratégico -más con la guerra de Ucrania- y sus usos no han dejado de crecer.  Por ello, sostiene Rica, la madera -en el monte y en el aserradero- va a ser siempre una oportunidad para Burgos. 

Carlos Navarro, Ángel Chicote, Juan José Pascual, Jaime de María, Pilar Pablo y Mercedes Calvo. Se ha rodeado de una directiva de peso. 
Sí. Hemos juntado a grandes aserraderos de la provincia, pero también hay gente que fabrica estructuras, barricas y embalaje. Estamos reunidos todos los ámbitos, lo que nos permite tener una visión más global de nuestros problemas y, entre todos, echarnos una mano. Lo único que no reúne Burmadera es la fabricación del mueble. 

¿Cuál es su momento?
Con la crisis de la construcción de 2008, el aserrío fue dejando la madera de carpintería para mueble macizo y puertas -en lo que éramos punteros en Burgos- y se pasó al embalaje, a los palés, en lo que hemos aguantado todos estos años. De hecho, todos los aserraderos pudimos trabajar durante la pandemia porque fuimos considerados un sector estratégico al estar vinculados al embalaje, a la cadena de suministro. Hasta el pasado mes de agosto hemos podido trabajar y mucho. Pero desde entonces, los precios han empezado a subir extraordinariamente, tanto en la venta de madera como en la compra de materia prima, la madera de los montes. Ahora está empezando a bajar el consumo en Europa, en Estados Unidos y en China y el coste de la energía se ha disparado. Los aserraderos habían acumulado un stock muy alto, trabajan menos y están bajando los precios, reajustándolos a la realidad. 

¿También la madera en el monte?
El reajuste también tiene que llegar al monte. Habrá que estar atentos a las subastas que saquen los ayuntamientos. De hecho, las celebradas en el último trimestre de 2022 ya muestran una bajada de precios o, en su defecto, se quedan desiertas. También hemos tenido un año de incendios catastróficos, lo que incide en la bajada de precios y llevará a los ayuntamientos a hacer lo propio.

¿Se ha notado menos demanda de la construcción por los altos precios de los materiales?
Sí. Todo está caro y no se hacen casas. Los presupuestos se han disparado. Creo que nuestro sector está en un proceso de transición. Lo que ocurra en este primer trimestre será muy determinante para el resto del año. O la madera se desploma, que creo que no va a ser el caso, o sus precios se reajustan.

La madera genera actividad económica, crea empleo y futuro en el mundo rural»

¿Les pasa factura la energía?
Somos grandes consumidores, pero la mayoría de nosotros ha apostado  por las placas fotovoltaicas. Nos ha supuesto una gran inversión, pero nos ha permitido que la factura no baje, pero tampoco suba. Las placas  han permitido estabilizar facturas.

¿Notan los efectos de la guerra de Ucrania?
Sí, en el precio del pellet, sobre todo, del que Rusia era un gran productor para Alemania y el resto de sus vecinos europeos. Ahora se demanda de Europa pellet español o portugués, lo que ha disparado sus precios.

¿Están satisfechos de cómo se explotan los montes del entorno?
Nosotros consumimos, mayoritariamente, madera de Castilla y León y del País Vasco. La superficie forestal de Burgos no ha dejado de crecer en los últimos 20 años. Hoy son 702.448 hectáreas que en su mayoría no son gestionadas por los ayuntamientos sino por juntas vecinales. Los aserraderos demandamos más madera, pero las juntas vecinales nos dicen que 'el que quiera madera, que la pague'. Ellos prefieren pinos de 130 años, pero es absurdo que Burgos tengan pinos de 130 años enfermos por vejez. Tenemos que aprender de otros países como Austria, Alemania, Suecia o Finlandia que han fijado el ciclo de corta en 80 años.Aquí estamos en los 120-130 años. Son países forestales, en los que el sector forestal puntúa en sus PIB, algo que no ocurre en España. Algo estaremos haciendo mal.

La apuesta por las placas solares en los aserraderos ha  estabilizado la factura eléctrica»

¿Considera que la gestión local de los montes es muy conservadora?
Sí. Son una fuente de riqueza tremenda para los pueblos, siempre y cuando se corten, se planten y se conserven. Yo estoy en contra de las suertes de madera, de que el dinero del monte se reparta entre los vecinos y no lo gestionen los ayuntamientos. El vecino hace una gestión especulativa de la madera; el ayuntamiento representa a todos legítimamente. Si saben hacer polideportivos, también sabrán vender madera.

La principal apuesta de Burmadera en este mandato es dar el mayor valor posible a la madera transformada. ¿Cómo lo van a conseguir?
En Burgos hay fábricas de tablero o de pellet punteras a nivel nacional. Hay dos fabricantes de bobinas y otros de palés. Todo lo que se sierra en Burgos, sale de Burgos. Nos falta la segunda transformación, la creación de fábricas de muebles. Ikea ha arrasado con su fórmula de muebles, pero en el País Vasco ya fabrican para competir con los suecos. El mueble que se hacía con madera maciza en Burgos ha desaparecido. Las cooperativas de Duruelo, en Soria, han desaparecido. Antes se iba a comprar muebles los fines de semana a la Sierra;ahora van al centro comercial de Valladolid. Es una pena, tenemos que hacer un buen mueble en Burgos, apostando por nuevos diseños y más barato para competir.

Las madereras están reajustando los precios, y lo mismo ocurrirá en las subastas»

¿Hay hueco para más empresas madereras en Burgos?
Sí, aunque nuestro gran problema es el de todos: no hay gente para ponerlas en marcha. Estamos unidos con Soria para generar empleo en la Sierra de La Demanda. Hemos concluido que no hay empleo porque no hay vivienda para los jóvenes. Si los ayuntamientos obtienen recursos a través de la venta de madera, ¿por qué no los emplean en la construcción de vivienda para jóvenes? Alquileres asequibles para que trabajen y se queden en los pueblos. En el sector de la madera hay empleo y es una buena alternativa para el empleo, aunque estemos metidos temporalmente en un bache. Nosotros  formamos a los jóvenes y les damos una oportunidad laboral en su propio lugar de origen. Los ayuntamientos tienen que dejar de promover polideportivos y construir apartamentos para parejas jóvenes. Tienen la madera a su disposición, que genera actividad económica y futuro en el mundo rural. 

¿Hay relevo generacional en las grandes familias madereras de Burgos?
Sí. Incluso hay nuevos proyectos en marcha. Estamos hablando de negocios muy arraigados. Ninguna empresa se ha cerrado por falta de relevo generacional. Recuerdo que la madera fue un sector fundacional de la patronal burgalesa y que ahí seguimos estando presentes.

Sus empresas mueven cientos de camiones. ¿Cuentan con las infraestructuras viarias adecuadas?
La N-234, la carretera de Soria, está siendo catastrófica en los últimos meses, con accidentes graves e incluso muertes. Consideramos que es una carretera totalmente abandonada. La travesía de Salas de los Infantes es un buen ejemplo y no vemos solución, salvo construir otra. Hay muchas travesías de pueblos peligrosas y las madereras necesitan el uso del camión, no nos sirve el ferrocarril, que nos queda muy lejos.  

En Burgos hacen falta fábricas de muebles, hay que dar mayor valor a la madera»