La fiebre por las terrazas se traduce en 133 mesas más

H.J.
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El cambio en las costumbres de los clientes de la hostelería y la moratoria en el cobro de la tasa hasta diciembre de 2022 provoca que bares, cafés y restaurantes no paren de animarse a solicitar nuevas licencias

La fiebre por las terrazas se traduce en 133 mesas más - Foto: Alberto Rodrigo

Es una de las consecuencias de la pandemia que ha llegado para quedarse y todavía no sabemos por cuánto tiempo. La costumbre de consumir en las terrazas de la hostelería venía creciendo a lo largo de los años anteriores y las calles de la ciudad ya habían experimentado una notable transformación, pero lo del último año y medio es un auténtico fenómeno sociológico que sigue sin desinflarse. Los veladores no paran de crecer.

El área de Licencias del Ayuntamiento de Burgos ha recibido, desde el mes de junio y hasta el 31 de agosto, un total de 13 solicitudes de otros tantos establecimientos para colocar nuevas terrazas o ampliar las existentes (en este último caso, solo una), que suman 133 nuevas mesas, cada una con capacidad para colocar cuatro sillas.

Hay bares, cafeterías e incluso heladerías que han pedido 20 mesas y otras solamente dos, dependiendo de las circunstancias de cada una de ellas, del espacio que tengan disponible en su entorno inmediato o de sus expectativas de negocio, pero es evidente que el goteo constante de autorizaciones para la ocupación de vía pública demuestra que el ‘boom’ de las terrazas seguirá en alza durante una buena temporada.

Algunas de ellas han estado semanas en proceso de colocación, como es el caso del bar Plaza 9, que ocupa los bajos del mercado del G-9. Javier Orduña, concesionario de este local municipal, solo pudo colocar inicialmente cuatro de ellas pero su aspiración es llegar a las 20, orientadas hacia la calle María Amigo (antiguamente denominada Pedro Alfaro) y la glorieta de Luis Braille.

Otras, por el contrario, pese a haberse solicitado hace unas pocas semanas ya están en funcionamiento. Así sucede en el Toño, un pequeño establecimiento de la calle Alfareros que presume de su carácter de «bar de barrio» y jamás había tenido mesas en el exterior. «Llevamos casi 40 años con el bar y nunca nos lo habían concedido porque la acera es muy estrecha, pero ahora cuando hace bueno la gente prefiere estar fuera», cuenta su propietario, quien valora que el Ayuntamiento haya respondido con rapidez a su petición.

 

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