Crece poco a poco, pero va tan despacio que los ambiciosos objetivos marcados para los próximos años cada vez quedan más lejos. Los vehículos eléctricos, de los que nadie duda que serán el futuro de la movilidad al menos como paso intermedio hacia el hidrógeno, aumentan de forma constante en la provincia de Burgos pero no lo hacen al ritmo previsto ni por los fabricantes ni por los concesionarios. Y al igual que ocurre con las ventas, tampoco se están cumpliendo las expectativas en el despliegue de las infraestructuras de carga.

Según los últimos datos recabados por la Dirección General de Tráfico, el número de vehículos eléctricos matriculados en la provincia de Burgos a fecha de hoy asciende a 498. Son apenas 60 más que al comienzo del verano pasado y entre ellos siguen siendo mayoría los turismos (302 en la suma de la serie histórica) seguidos de motocicletas, ciclomotores y furgonetas.

A lo largo de todo el ejercicio 2021 se sumaron al parque eléctrico 137 matrículas, lo que supuso un crecimiento respecto a las 125 del ejercicio anterior pero a todas luces insuficiente para cumplir con las altas expectativas generadas años atrás. En el primer cuatrimestre de 2022 la cifra asciende a 67.

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