Más muertes por caídas y ahogamientos que en accidentes viales

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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El año pasado 46 personas fallecieron en Burgos debido a estas causas frente a las 11 que lo hicieron tras sufrir un siniestro en la carretera. El envejecimiento de la población puede explicarlo en parte

Las caídas pueden ser causa de muerte en los mayores. - Foto: Luis López Araico

El Instituto Nacional de Estadística (INE) las llama causas externas de mortalidad y se trata de circunstancias que llevan a la muerte a una persona pero que no tienen como origen una enfermedad. Así, recoge los accidentes de tráfico y de transporte, las caídas accidentales, el ahogamiento, la sumersión y la sofocación accidentales, otros accidentes por fuego, humo y sustancias calientes, envenenamientos no intencionados por psicofármacos y drogas de abusos, suicidios, agresiones, complicaciones de intervenciones médicas, etc. Según estos datos, en 2022 murieron en Burgos casi cuatro veces más personas por ahogamiento, sumersión, sofocación y caídas que por siniestros de tráfico: 46 frente a 11. El año anterior fueron 44 versus 7 y en 2020, 40 a 10.

El envejecimiento de la población es una de las razones que puede explicar que tras una caída una persona fallezca. El geriatra Álvaro Da Silva explica que estos accidentes se engloban dentro de uno de los más importantes síndromes geriátricos a los que se debe hacer un especial seguimiento y que se puede prevenir -asegura- si se trabaja en ello, y atenuar sus consecuencias. «Hay un consenso nacional de prevención de caídas y fragilidad del año 2014, un documento del Ministerio de Sanidad donde se refleja que esta es una de las causas de muerte de nuestros mayores y, de hecho, hay hospitales -en otras ciudades, no aquí, donde apenas hay geriatras- que disponen de unidades específicas de caídas donde se derivan a los mayores que han tenido varias para estudiar por qué les está ocurriendo e intentar prevenir que pase otra vez».

En estos contextos se analizan las causas que producen las caídas. Las externas como la falta de luz, los obstáculos en el domicilio y la falta de accesibilidad en la calle, y las internas, que son las enfermedades que pueda padecer: hipertensión, problemas de coordinación o de visión, etc. «Casi todos los problemas de salud más prevalentes entre los mayores pueden ser potenciales causas de una caída, pero el que lo es siempre es la fragilidad, esa condición de los ancianos que pierden la reserva funcional suficiente para reponerse. Si un joven o un adulto se caen tienen la suficiente reserva funcional para recuperarse sin más problemas; cuando esto le ocurre a una persona mayor puede que no se recupere porque ya no tiene esa reserva, por lo que se cae y se rompe la cadera o se hace otras fracturas».

No es infrecuente, entonces, que los mayores entren en un círculo de complicaciones que pueden llevar al fallecimiento tras descompensarse o empeorar las patologías crónicas que padecen: «Tras una caída se ingresa en el hospital para la intervención quirúrgica, pero la persona vuelve a casa en silla de ruedas para, teóricamente, recuperarse pero eso es imposible cuando es habitual que la persona cuidadora sea también mayor. Además, en Burgos apenas tenemos 8 camas públicas de convalecencia para que esa persona vuelva a casa completamente recuperada y en condiciones de hacer vida normal».

Prevención. Las caídas se pueden prevenir en los ancianos, afirma este experto, con un mantenimiento o reacondicionamiento físico: «Los mayores deben hacer ejercicio que les ayude a mantener la fuerza y la capacidad aeróbica: andar, marcha nórdica, jugar al tenis... y ejercicios de fuerza a partir de los 55 años cuando se empieza a perder musculatura, que es algo que cuesta mucho recuperar pero que es muy importante para no perder la reserva física».

También tienen los mayores más riesgo de atragantarse aunque se trata de un accidente que ocurre en todas las edades, incluso en la infancia. Pero pese a lo que se puede pensar, no se resuelve dándoles la comida triturada, aclara el geriatra, sino haciendo una prueba de volumen y viscosidad de los alimentos a las personas que se atragantan o tosen cuando comen, razón por la que pueden hasta rechazar los alimentos. Es una función, indica Da Silva que suelen hacer los logopedas pero también los geriatras y los otorrinos: «Se trata de probar qué volumen (tamaño de la cuchara) y viscosidad (densidades: néctar, miel o pudin) pueden tolerar para evitar las broncoaspiraciones. Es una prueba protocolizada en todas las residencias».

Un atragantamiento es la obstrucción de la vía aérea cuando un cuerpo extraño (puede ser un alimento, juguetes en el caso de los niños, una dentadura...) se aloja en ese espacio impidiendo el paso de aire. Se trata de una situación frente a la que hay que actuar con rapidez pues puede provocar la parada cardiorrespiratoria de la víctima y su muerte inmediata. 

El enfermero e instructor de resucitación cardiopulmonar Óscar Alonso explica que hay muy poco tiempo para actuar antes de que el paciente se quede inconsciente, sobre todo cuando la obstrucción es completa, pues hay otra que se denomina incompleta donde el paciente intercambia algo de aire: «Si la persona puede hablar, toser y respirar tiene una obstrucción incompleta pero si la tos es débil, está luchando por respirar o no puede hacerlo, tiene obstrucción completa o grave frente a la que hay que actuar con 5 golpes interescapulares y 5 compresiones abdominales. El Consejo Europeo de Resucitación (ERC en sus siglas en inglés) nos recuerda que la probabilidad de éxito se incrementa al realizar combinaciones de golpes en la espalda o palmadas, y compresiones abdominales y torácicas».