Una nueva vida para el palacio torre de Villalaín

ANA CASTELLANOS / Villalaín
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El arquitecto técnico Javier Minguito, quien adquirió el solar de los Isla en 2018 para salvarlo de la ruina, comenzará esta primavera-verano a ejecutar obras de restauración en este inmueble del siglo XIV

Javier Minguito Sancho adquirió el palacio torre de los Isla en Villalaín en 2018 y espera poder verlo restaurado en su integridad. - Foto: Ana Castellanos

El palacio torre de los Isla estaba agonizando hace unos pocos años, presa del más absoluto abandono y devorado por la ruina. La vegetación tapizaba sus muros e invadía todas sus estancias y espacios junto a montañas de escombros fruto del hundimiento de techumbres. Pese a ello, Javier Minguito vio en sus centenarios sillares una oportunidad y en 2018 se lanzó a adquirir el inmueble entonces en venta. En unos días entregará a Patrimonio el proyecto con los cambios que le han requerido y esta primavera-verano proyecta iniciar las primeras obras de restauración de la cubierta de la torre del siglo XIV y de una de las dos casas ubicadas junto al palacio y la torre.

La siguiente fase se centrará ya en consolidar primero los muros del antiguo palacio, para después ponerle cubierta, «si es posible con apoyo de un inversor» que apueste por convertirlo junto a él en posada o incluso en posada y restaurante, dos usos que Patrimonio ve con buenos ojos. Si logra ese socio o socios en esta aventura, este magnífico conjunto, declarado BIC en 1992 con la categoría de Monumento, podría tener una segunda vida vinculado al turismo.

Hace más de una década pedían 600.000 euros por estos inmuebles. Minguito Sancho, burgalés natural de La Ribera del Duero, pero vinculado a Vizcaya y Villarcayo por motivos laborales y personales, lo sabe con certeza, porque un buen amigo intentó hacerse con ellos. No desvela cuanto pagó en 2018, pero aclara riéndose que «mucho menos». Recuerda que circulaba por la carretera CL-629 cuando al pasar junto al palacio torre observó el cartel de venta. Antes de hacer ninguna gestión confiesa que se coló a observar cómo estaba el solar, dado que ninguna puerta o candado impedían el paso, y, a pesar, de la selva que se encontró le convenció el «buen estado de la torre» y la esperanza de encontrar alguna joya bajo la tupida vegetación. Además, «el palacio me pareció que tenía un toque», añade.

Reconoce que no ha habido grandes sorpresas durante los trabajos de limpieza que realizó en solitario y a mano, ante el temor de que una máquina destruyera algún elemento de valor. Pero ha merecido la pena, porque ahora se puede observar mucho mejor el conjunto y la hiedra ya no amenaza los muros. Antes de realizar esta dura labor de limpieza encargó un estudio arqueológico de los paramentos, como le obligó la Comisión Territorial de Patrimonio, con la que mantiene muy buena sintonía.

La protección de la torre, el palacio y las viviendas es integral. No puede realizar modificación alguna de las alturas, huecos de ventanas, tipos de fachada... Pero esta exigencia coincide con su deseo de conservar el conjunto tal cual era. La compra de estos inmuebles, que suman 1.100 metros construidos, más una hectárea y media de terreno, le ha llevado incluso a afincarse en Villarcayo. Ysegún pasa el tiempo, encuentra «más detalles que suman» y le unen cada vez más a este rincón lleno de historia.

La torre de tres plantas más entrecubierta conserva en muy buen estado las vigas que separan cada altura. En ella también destacan dos saeteras y bellas ventanas con bancos de piedra. A Minguito Sancho le llama la atención la estrechez de sus muros, de 55 centímetros, y lo bien que han resistido el paso de los siglos, que explica en el hecho de que todas las edificaciones se sustenten sobre una gran lastra de roca.

En el palacio, del que solo quedan los muros, también se conservan dos bellas ventanas con asientos de piedra y un hueco que muy posiblemente fue la puerta por la que se comunicaba antaño con la torre y otros anexos. Unas monedas de comienzos del siglo XIX que encontró en unas piedras de la fachada sur de la torre son, a su juicio, la evidencia de cuando se realizó ese hueco, porque era costumbre entonces dejar estos pequeños tesoros para datar lo construido.

historia. Si otro espacio del complejo conserva un encanto especial ese es el de la puerta gótica del palacio que da paso a una escalera monumental de grandes sillares. En su día se podía ver desde el patio, porque se ubicaba bajo un pórtico con dos arcos de medio punto, que ahora están cegados con piedras y conforman la fachada principal del palacio.

Además de trabajar mucho en este BIC y planear su futuro, su propietario se ha volcado en conocer quienes fueron sus artífices, los Isla. Aunque la mayoría vincula sus orígenes a Cantabria, Minguito ha ido más atrás en el tiempo hasta conocer sus raíces en el Condado de la Isla de Jordán (L'Isle-Jourdain), situado en el suroeste de Francia. Fueron los descendientes de Juana de la Isla (L'Isle-Jourdain) -1270-1324, casada con un nieto del conde Pedro Manrique Lara, quienes vinieron de Francia a España y establecieron el apellido Isla en Solares (Cantabria).

Entre los que se afincaron en Villalaín destacan María Gómez de Isla, casada con el capitán de infantería Pedro Díaz de la Peña, de la casa de Villacomparada de Rueda, donde se conservan su torre y cuerpo de palacio. Ambos están enterrados en la vecina ermita de Santa María del Torrentero y su sepulcro con sus dos efigies yacentes es una de las piezas más llamativas de esta iglesia de origen románico, también declarada BIC.

Los Fernández de Isla tuvieron también una capilla y panteones en el cercano monasterio de Santa María de Rioseco, lo que da fe del esplendor del linaje. En el palacio de Villalaín un pequeño escudo conserva las armas de los Fernández de Isla, los Rueda y las primitivas de La Peña.

Ahora que el palacio torre de los Isla va a tener una segunda vida ha entrado en la Lista Roja de la Asociación Hispania Nostra, que alerta de su mal estado. Pero a su dueño no le preocupa, porque antes o después, ese peligro desaparecerá.