Psiquiatría reorganiza consultas para ofrecer más terapia

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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El servicio dispone ya del último fármaco aprobado en Europa que mejora la depresión y está a la espera de recibir una nueva tecnología, eficaz cuando esta enfermedad no responde a otros tratamientos

La tristeza permanente y la falta de interés ante actividades que antes resultaban atractivas son dos de los grandes síntomas de la depresión. - Foto: Alberto Rodrigo

Que la salud mental ha empeorado  desde que se inició la pandemia por covid es una idea que no solo se repite en el debate público desde hace ya mucho tiempo sino que está plenamente sustentada en datos. La prevalencia de la depresión, por ejemplo, es en España del 5,7% de la población, según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística que cita el jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario de Burgos (HUBU), Juan Antonio García Mellado, para ofrecer la dimensión del problema al que se enfrentan, no solo los profesionales sino la sociedad en general. Y en el ámbito más cercano la cosa empeora sustancialmente, pues en Castilla y León esa cifra se duplica llegando al 10%, dato que, asegura el experto, se puede extrapolar a Burgos, por lo que 35.000 personas estarían en esta provincia ahora mismo sufriendo una patología muy invalidante y, como afirma García Mellado, «la mitad sin tratamiento porque no lo ha solicitado, sobre todo los varones ya que las mujeres buscan respuestas clínicas mucho antes que los hombres».

La depresión «no es tener un día malo ni estar triste una tarde o tener reacciones emocionales negativas ante hechos cotidianos que nos afectan a cualquiera», dice el psiquiatra. Esta enfermedad la marcan, asegura, el tiempo de duración y los síntomas específicos, dos de los cuales son fundamentales para el diagnóstico: un humor triste -«a la persona se le ve permanentemente triste, apagada, callada»- y la falta de interés ante actividades o situaciones que antes resultaban atractivas, el dejar de disfrutar o anhedonia, que llaman los especialistas.

«Estos son los dos síntomas clave para entender que una persona tiene una depresión clínica, pero a ellos se les pueden sumar otros como los trastornos de adaptación, que son el encaje de síntomas depresivos y de ansiedad en relación a factores de estrés», afirma el jefe de Psiquiatría, que pone como ejemplo estar en el paro, «cada vez está más documentado que esta situación es el factor psicosocial más relevante para entrar en ansiedad y depresión»; el acoso escolar en menores y la soledad no deseada en ancianos. De hecho, los adolescentes y las personas de edad avanzada son dos de los colectivos en los que más han crecido la depresión, indica García Mellado.

En el segundo caso suele ser gente que vive sola, que ha perdido los vínculos familiares y que no pide ayuda, por lo que cuando llegan a un recurso médico «suelen estar en una situación complicada»: «Por suerte tanto en Atención Primaria como en los servicios sociales hay buena respuesta para evaluar a personas con riesgo de depresión o abandono. En los mayores ha habido una involución desde la pandemia porque dejaron de salir de casa desde el confinamiento general y no lo han podido volver a retomar. Y hay que estar por ellos».

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