El último més de diciembre ofrece con claridad las nuevas claves del mercado laboral burgalés: La contratación indefinida ha crecido un 107% y la temporal se ha desplomado un 40% con respecto a lo que ocurría un año antes. Entre medias, el mes de marzo, en el que entró en funcionamiento una reforma laboral que restringe la temporalidad, el escenario en el que operaban a destajo las ETT, agentes clave en la generación de empleo. En 2021 formalizaron 32.230 contratos de puesta a disposición en la provincia con cerca de 5.000 trabajadores cedidos, cifra que se ha reducido en torno al 25% durante pasado año, según los datos del sector. El que ahora comienza se mantiene con las mismas incertidumbres.

La reforma laboral suprimió los contratos por obra y servicio, muy utilizados por la industria de componentes de la automoción, la agroindustria, la hostelería o el comercio -con la intermediación de las ETT- para cubrir los picos de actividad. Se han sustituido por los contratos indefinidos o por los fijos discontinuos, firmados por las ETTpara realizar tareas temporales en sus empresas clientes.

Al nuevo escenario legislativo se ha unido otro más complejo si cabe: reducción de las producciones industriales y la caída de actividad por la falta de componentes, la carestía de las materias primas y por los altos precios de la energía. Factores todos ellos agravados por una guerra, la de Ucrania, próxima a cumplir su primer año.

«Empezaron las empresas de la automoción, por la falta de componentes electrónicos, carestía que se extendió al resto de materias primas y de empresas. Por si fuera poco, algunas industrias han llegado a cuadriplicar su gasto en energía, lo que les ha llevado a rebajar la producción y los contratos. Todas las empresas están más o menos afectadas y con la guerra de fondo».

Nuria Sánchez, directora de Randstad en Burgos, califica 2022 como un año «difícil», no solo por la formalización de menos volumen de contratos, sino porque se han dado circunstancias nuevas «que nos han afectado» y que mantienen la «incertidumbre» sobre el presente año.

Desde Adecco coinciden con la problemática del encarecimiento generalizado de los costes, aunque se tiene una visión más optimista:«2022 ha sido un año de recuperación de la actividad tras la pandemia y eso lo hemos notado en nuestro principal cliente, la industria, lo que ha permitido que crezcamos en contratación», subraya Eva Franco, responsable de la ETTen Burgos, quien destaca la situación de pleno empleo con la que cerró el ejercicio la provincia,  por encima de la media nacional. 

La reforma laboral, relatan desde Randstad, ya se empezó a notar desde principios de año, incluso antes de ser efectiva en su totalidad, pues muchas empresas que operaban con gran cantidad de contratos temporales optaron por convertirlos indefinidos. «Son cambios muy importantes en la estructura de los contratos, pues  se ha apostado por el empleo fijo y se ha reducido la temporalidad. Nos hemos tenido que adaptar».

Eva Franco, de Adecco, considera que la reforma laboral ha «profesionalizado» el modelo de contratación y ha permitido «una gestión más rigurosa de la temporalidad». 

Se han firmado más contratos indefinidos, aunque muchos a tiempo parcial. «El gran cambio ha sido la generalización del contrato fijo-discontinuo, una fórmula que ya existía para realización de trabajos estacionales y de temporada, pero la reforma permite otras modalidades más abiertas», explica Nuria Sánchez.

En el caso de las ETT, el cambio legislativo permite la opción de que estas empresas contraten trabajadores fijos-discontinuos para cubrir necesidades temporales (no indefinidas) de las empresas clientes. «Burgos ha sido conservadora a la hora de implantar estos contratos a través de nosotros, pero es una fórmula que va a generar más contrataciones en el futuro».