La calidez de la vieja carnicería de Lupe y Porfirio

I.P. / Tardajos
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Raquel Tajadura y su marido aprovecharon el confinamiento para rehabilitar el inmueble donde sus abuelos tuvieron el negocio cárnico en Tardajos. Cuenta con 16 plazas

Raquel Tajadura, junto a una pared de ladrillo del antiguo inmueble que se ha conservado. - Foto: Jesús J. Matías

Raquel Tajadura confiesa que la idea de construir un día una casa de turismo rural rondaba desde hace mucho por su cabeza. Hoy, ese sueño se ha cumplido y no se quedará ahí porque al alojamiento ya abierto en verano de 2021, La casa de la abuela Lupe, se sumará otro más en el que ya están trabajando ella y su marido, dos 'manitas' que ha sabido dar en el clavo para que sus clientes disfruten de la estancia y prometan volver. 

La casa de la abuela Lupe es el fruto de un proyecto del matrimonio y de la pandemia, porque fue durante ese tiempo de confinamiento cuando ambos se pusieron el buzo de trabajo y comenzaron a trabajar en su rehabilitación. Han tenido ayuda puntual en la instalación de puertas o en la fontanería, pero el grueso de la obra, el diseño y lograr ese estilo íntimo y cálido ha salido de pensar y echarle creatividad por su parte.

La casa rural es un enorme inmueble que en su día fue carnicería, la de los abuelos paternos de Raquel, Porfirio y Guadalupe, una saga de carniceros de Tardajos, los Tajadura, sobradamente conocidos en la localidad y la capital. Una vez que fallecieron aquellos, la casa quedó sin uso y durante casi dos décadas estuvo vacía, con algunas ocupaciones esporádicas. Raquel y su marido decidieron apostar por ella y la compraron a la familia. Quizás de no tener su propia casa en el barrio de Cortes, hubieran decidido hacer allí su hogar y vivir en Tardajos, pero así optaron por rehabilitarla y convertirla en alojamiento de turismo rural, convencidos de las posibilidades del sector en el pueblo. No pudieron estar más acertados y tras el trabajo durante la pandemia, «para algo bueno sirvió en nuestro caso», dice Raquel, la abrieron en agosto de 2021. A fecha de hoy, la propietaria no puede estar más satisfecha porque la ha tenido prácticamente ocupada todos los fines de semana, verano y puentes. En agosto, pese a que la gente demanda playa, en su caso el éxito ha sido total entre familias y grupos de amigos.

La casa de la abuela Lupe cuenta con un amplio patio de unos 800 metros cuadrados, lo que les permitió construir una piscina cubierta, con puertas acristaladas que se abren a una zona de césped con sus tumbonas en el patio. Es un sitio ideal para que jueguen los niños y para que los padres estén tranquilos dejándolos a su aire; canasta de baloncesto y futbolín completan un espacio con muchos atractivos y donde se pueden hacer barbacoas, y una gran mesa bajo cubierto para comer. 

No menos atractivo es el interior. Al ser un inmueble grande porque además de la carnicería y despacho, contaba con matadero, sala de secado de pieles, almacenes, cuadras para los animales... Las posibilidades eran muchas, por lo que han podido jugar adaptando los espacios hasta contar con 16 plazas distribuidas en 8 habitaciones, dos en la planta baja -una adaptada para personas con movilidad reducida- y 6 en la primera, todas con su baño individual y con muchos detalles que dan a todos esos espacios un toque singular, como la que llaman 'la suite', con una cama de madera con dosel y en el mismo dormitorio una bañera de diseño y un lavabo doble encajado en un antiguo banco de carpintero. Todas las estancias están salpicada de detalles para que los clientes se sientan a gusto como en su propia casa; además, tiene calefacción de suelo radiante, sumándose así al concepto de suficiencia energética. 

La planta baja se completa con cocina, salas de estar y comedor, y destaca una pared original de ladrillo galletero con arcos que han mantenido, así como las vigas de madera en todo el inmueble, lo que da a la casas un toque rústico-industrial, sin excesos e intercalando elementos decorativos modernos.