Nueve muertos en accidente en el 'verano' más negro del lustro

I.E.
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En julio y agosto de 2021 hubo que lamentar cuatro fallecidos en las carreteras burgalesas. La velocidad estuvo detrás de 3 de los 7 siniestros mortales y los despistes y el sueño, en 2

Un hombre de 41 años murió en el accidente de la A-1, en Pardilla, en el que un coche se salió de la autovía y cayó por un terraplén. - Foto: I.M.L.

Los meses de julio y agosto son los que históricamente tiene marcados en rojo la Dirección General de Tráfico (DGT). No es para menos, puesto que las vacaciones estivales elevan el número de desplazamientos en carretera muy por encima de la media del resto del año, de ahí que ponga en marcha campañas y dispositivos especiales de vigilancia de la circulación, con el fin de reducir al máximo el riesgo de accidente.

La siniestralidad en ese 'verano' de dos meses llevaba cayendo de forma pronunciada desde principios del siglo, cuando la entrada en vigor del carné por puntos y la promulgación de normas que transformaron en delitos lo que hasta ese momento eran meras infracciones hizo que cambiara la forma de conducir de muchos españoles.  Sin embargo, esa tendencia a la baja -que en los últimos años es verdad que ha dibujado unos dientes de sierra- se ha interrumpido en los meses de julio y agosto de este 2022. La provincia de Burgos ha registrado nueve fallecidos en sus carreteras en un total de siete accidentes mortales, cuando en 2021 'solo' hubo que lamentar cuatro muertos, según las cifras de la Jefatura Provincial de Tráfico, aportadas por la Subdelegación del Gobierno.

Además, esa cifra de nueve víctimas mortales es la más alta del último lustro en un 'verano'. En 2018 se contabilizaron ocho en seis siniestros. En 2019, el ejercicio marcado por el récord positivo histórico de fallecidos, con 9 en todo el año, se registraron tres en los meses de julio y agosto. En 2020 el número se volvió a elevar a siete, en cinco accidentes, y en 2021, los ya mencionados cuatro.

La velocidad inadecuada ha estado detrás de tres de los siete siniestros mortales de los dos últimos meses. Uno de ellos es el que tuvo lugar en el Valle de Tobalina el 6 de agosto, en el que fallecieron dos jóvenes en la BU-520 tras salirse de la carretera. Otro es el que se produjo el 20 de julio en la N-122, en Aranda, en el que pereció un motorista de 51 años tras empotrarse contra el quitamiedos de la rotonda de entrada a la ciudad. El exceso de velocidad también estuvo presente -aunque también la conducción temeraria y el alcohol- en el siniestro  del 3 de julio en el Valle de las Navas, en el que perdió la vida un joven de 30 años.

El cansancio o el sueño explican   la colisión de dos camiones el 15 de julio en la carretera de Aguilar, en Úrbel del Castillo, en la que murió el conductor de uno de ellos, de 51 años. El último accidente mortal, el del pasado domingo en Arlanzón en la N-120, se debió a una distracción. En el choque frontal falleció un hombre de 51 años. El del día anterior, en la A-1, en Pardilla, tuvo como causa la inexperiencia del conductor. El coche que manejaba, y en el que iban otras cuatro personas, se salió de la autovía y se precipitó por un terraplén.

Son 15 ya las víctimas mortales que se han producido en lo que va de año en la provincia, por las nueve del pasado a estas alturas, lo que significa que 2022 se va a cerrar con malos números en Burgos. También en Castilla y León y en España. 

El jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, ha hecho este verano varios llamamientos a la responsabilidad y a la prudencia de los ciudadanos, puesto que han de tener en cuenta que «ponerse delante de un volante entraña una actividad de cierto riesgo». Asimismo, como explicación al repunte de la siniestralidad se ha referido a  «una euforia postpandémica que ha relajado los hábitos de los conductores y ha derivado en una desatención de las normas».