Los artefactos que fabricó podían provocar "muchas víctimas"

P.C.P.
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Los especialistas de la Guardia Civil que han declarado en el juicio aseguran que los explosivos hallados a Rubén L.R. tenían una "peligrosidad muy importante" y que la "mayoría de las armas eran aptas para el disparo"

Carlos Chamorro (d.) explica al jefe de la Comandancia, Alfonso Martín Ruiz, las características del material incautado en la operación Tangerina. - Foto: Alberto Rodrigo

Rubén L.R. fabricó artefactos "para que exploten y sobre todo para que produzcan metralla contra personas", única explicación lógica para el acero que introdujo en ellos y las mechas que les colocó, según los expertos de la Guardia Civil que han declarado esta mañana en el juicio celebrado en la Audiencia de Burgos. El arsenal hallado en el séptimo piso de la calle Condado de Treviño y en un garaje de la calle Arenal de Miranda de Ebro era de "una peligrosidad muy importante, podría haber causado muchas víctimas", en palabras de Carlos Chamorro, uno de los profesionales que participaron en la operación Tangerina. Durante la vista ha habido algunas expresiones muy gráficas para describir el riesgo que entrañaban los elementos incautados como "yo en mi casa no lo metería, es un peligro".

Tanto él como otros compañeros participaron en los registros o posteriormente elaboraron informes sobre el material incautado. "La mayoría de las armas eran aptas para el disparo", han confirmado otros dos profesionales del Instituto Armado, que sospechan que tras quedar para fogueo fueron manipuladas para que volvieran a funcionar. 4 de las armas, un fusil, un subfusil y dos revólveres fueron adquiridos a la misma armería de Eslovaquia de la que salieron las armas con las que se perpetró la matanza terrorista de la Sala Bataclán (París) en 2015. Una quinta fue interceptada en los almacenes de una empresa de mensajería de Barcelona.

A partir de ese momento y tras comprobar que había realizad más pedidos, realizaron un seguimiento intermitente del sospechoso, al que los agentes han definido como un sujeto "muy introvertido" sin prácticamente vida social, que iba de casa al trabajo y del trabajo a casa y que las pocas salidas que hacía eran para ir al local del garaje de la calle Arenal. Ni durante esa vigilancia ni en los análisis de todo el material incautado se ha constatado que participase en ningún delito. Sin embargo, queda la duda de por qué mezclaba sustancias para conseguir explosivos y no se quedaba ahí, sino que las colocaba en tubos y recipientes y les ponía mecha, o el motivo por el que necesitaba una funda para ocultar mejor el subfusil en caso de portarlo, un chaleco antibalas "mejor que el que tenemos nosotros", una máscara antigas o un silenciador.

Rubén L.R. ha negado que la mayoría de las armas fueses suyas, solo ha reconocido la propiedad de 16 de avancarga, pese a que la Guardia Civil no solo las obtuvo en el registro de sus propiedades con él presente sino que también ha encontrado muchas facturas a su nombre con las compras por internet. No tenía ninguna licencia o permiso para usarlas ni tampoco para tenerlas en casa como piezas de coleccionismo, como él ha declarado en el juicio.

La termita. Los expertos han destaca la peligrosidad de la termita, usada en soldadura pero que también puede ser un elemento incendiario muy explosivo y que en la deflagración puede superar los 2.00 grados y "fundir cualquier tipo de metal".