Esos cruces casi invisibles

F.L.D
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La baja visibilidad en algunos pasos de cebra y confluencias de calles provocan atropellos y otro tipo de altercados. Setos, coches aparcados y barandillas obligan a los viandantes a estar alerta

Esos cruces casi invisibles - Foto: Jesús J. Matías

En apenas una décima de segundo pueden coincidir una serie de circunstancias que convierten un inocente cruce de una calle en un atropello o en una colisión. Mirar  y estar alerta es una máxima de todo peatón, pero no es menos cierto que a lo largo y ancho de la ciudad existen pasos de cebra o confluencias de calles donde la baja visibilidad obliga a extremar las precauciones más aún para evitar este tipo de altercados.

La semana pasada, por ejemplo, tres menores de edad fueron arrollados por un turismo en un paso de cebra de la Avenida CajaCírculo, justo encima del túnel que conecta con Islas Baleares. Sin entrar en las causas que pudieron provocar el incidente, lo cierto es que la visibilidad en ese tramo de la vía es ciertamente escasa. La altura de la barandilla y los setos ubicados en la zona peatonal dificultan observar si en esa parte central hay viandantes. Se da la circunstancia, además, que es el final de una calle de doble sentido, donde los vehículos no han terminado de rebajar la velocidad, y que termina en curva. La falta de iluminación por la noche y la posibilidad de que crucen bicicletas terminan de complicar la percepción de personas atravesando este punto.

No es el único lugar donde la visibilidad se convierte en un hándicap, tanto para el viandante que cruza el paso de peatones, como para el conductor que no le ve venir. Es el caso, por ejemplo, del cruce de la Plaza Roma con la calle de La Igualdad, en el que los aparcamientos en batería ocupan la mitad del cebreado. «Con vehículos estacionados ya es un problema, pero si encima hay furgonetas aquí no ve nadie», comenta José Jesús, vecino de la zona, quien puntualiza que este problema existe en casi todo el barrio.

De igual manera protesta Eliseo, cuya vivienda está muy cerca de uno de los cruces en los que tanto peatones como vehículos tienen que extremar la precaución. En el final de la cuesta de San Miguel y su confluencia con Felipe de Abajo, los coches estacionados en zonas no habilitadas no permiten observar a las personas que cruzan por uno de los extremos del paso de cebra. «Si uno cruza confiado es peligroso porque no te ven venir», indica. No es el único ‘punto negro’ del barrio de San Esteban.  A escasos metros de allí, a los pies del Parque del Castillo, un muro y una curva reducen la visibilidad en la esquina de la calle Doña Jimena obligando a los transeúntes a detenerse en el bordillo antes de pasar.

Pero la baja visibilidad no es una carencia exclusiva de los pasos de cebra. Hay otros cruces en la ciudad donde los coches deben extremar la precaución, pero no solo para que no se produzca un atropello, sino también para que no haya colisiones ni tampoco incidentes con ciclistas. En la confluencia de la calle Francisco Salinas con el Paseo de los Cubos, los conductores que salen del  Arco San Martín deben «girar el cuello 180 grados para ver si alguien sube», ironiza Angelines, vecina de Fuentecillas, que realiza este camino cada día para ir a trabajar.

La dificultad en este punto es aún mayor si se tiene en cuenta que los vehículos que vienen desde San Pedro De la Fuente y suben hacia Fernán González tienen que ceder el paso a los de Los Cubos. Además, a pesar de que no existe un paso de cebra en esa esquina, los peatones atajan por mitad de la calzada. 
La última parada del recorrido por esos pasos casi invisbles nos lleva al camino Casa La Vega,  donde los setos de la mediana dificultan que los conductores puedan observar si los viandantes cruzan, circunstancia que se complica, aún más, por la noche y también a la hora de advertir a ciclistas.