La convivencia en el bloque de viviendas del número 45 de la calle Santa Clara se ha hecho insostenible. Si en octubre del año pasado eran cuatro los pisos okupados, ahora lo están otros dos más. Esta  situación ha provocado miedo en los residentes de avanzada edad por tener que convivir con los okupas y debido a que el inmueble se ha convertido en un punto de venta de droga. También han causado destrozos en las escaleras y otras zonas comunes.

Sin embargo, lo peor de todo es que han realizado varios enganches ilegales al alumbrado público  o de la escalera. La semana pasada la policía acudió en varias ocasiones al edificio ante las llamadas de los vecinos por el ruido provocado por los okupas y también acompañaron a técnicos de Iberdrola para cortar el suministro eléctrico. «Los técnicos se quedaron asustados y dijeron que no sabían cómo no se había producido un cortocircuito.  Había claves rozándose y si hay un cortocircuito se prende y arde todo el edificio», aseguró el presidente de la comunidad.

Los entre diez y quince residentes han trasladado su preocupación por la situación al Ayuntamiento y a la Subdelegación del Gobierno pero la respuesta siempre es la misma: hasta que no haya una orden de desahucio no puede actuar.

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