2022, el año señalado

C.P.
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El burgalés Asier Pablo González, de solo 22 años, afronta una temporada crucial como jefe de filas del Rías Baixas gallego en su sueño de dar el salto a la profesionalidad

El burgalés Asier Pablo González, de 22 años, afronta una temporada crucial como jefe de filas del Rías Baixas gallego. - Foto: Jesús J. Matías

Asier Pablo González no está ante una temporada cualquiera. Su sueño de dedicarse al ciclismo pasa en gran parte por los resultados que consiga esta campaña como jefe de filas del Rías Baixas gallego. Este burgalés de tan solo 22 años siente que es el momento de dar un paso adelante y se ha preparado a conciencia para lograrlo: «Estoy en el mejor momento de forma de mi vida. Es un año muy importante en mi progresión. Es blanco o negro, no hay grises. Si va bien, perfecto, sino, no hay otra oportunidad».

A pesar del peso de sus palabras, Asier huye de dramatismos y afronta con más ilusión que presión su primer año de élite. En el Rías Baixas, un club al que llegó hace tres años porque le convenció el proyecto, siente el respaldo de todos y asume el liderazgo con bastante naturalidad. Su objetivo es «levantar los brazos en la meta el mayor número de veces posibles» y, a día de hoy, firmaría «acabar en el 'top 10' de la Copa España».

No obstante, confiesa que el formato de la Copa -con una carrera cada fin de semana- no le viene tan bien como las vueltas de cuatro días y ya tiene marcadas en su calendario la de Zamora y la de Galicia. «No soy un corredor rápido, más bien soy un escalador o un fondista, así que si la carrera es dura, larga y se va haciendo la eliminación con el paso de los kilómetros, pues mejor. Cuanto más desgaste haya, mejor me encuentro», reconoce.

De momento, Asier se está adaptando bien a su nuevo rol de jefe de filas. Siente la responsabilidad que conlleva liderar al equipo y en las primeras carreras del año pudo estar cerca de los mejores. Más le costó este último fin de semana en el País Vasco, aunque es consciente de que queda todavía mucha tela por cortar.

Su gran ilusión y la de la mayoría de los que le acompañan en el pelotón es dar el salto al mundo profesional. La progresión que ha llevado desde que se montó en una bicicleta con tan solo nueve años invita al optimismo porque, poco a poco, ha ido subiendo escalones. Empezó con carreras provinciales mientras contemplaba en la televisión las hazañas de Alberto Contador, destacó en juveniles en un equipo cántabro y luego fichó por el Rías Baixas gallego, en el que  tiene el liderazgo. 

Sin embargo, es muy consciente de que no es sencillo entrar en la dinámica de un bloque profesional, aunque no renuncia a ello: «Es un objetivo a corto, medio o largo plazo, según se vaya dando. No es fácil, pero tengo la ilusión de dedicarme al ciclismo».

La Vuelta a Burgos. Esta temporada será crucial en ese camino hacia la profesionalidad. Está encantado con la pretemporada que ha realizado, «la más dura» de su vida, y se siente listo para afrontar los 40 o 45 días de competición que le esperan. El sacrificio de entrenar cerca de 20 horas a la semana por las carreteras de Burgos, especialmente por la Sierra de la Demanda, bien valen la pena si algún día puede recorrer ese mismo asfalto en el pelotón de la Vuelta a Burgos. «Sería la carrera que me haría más ilusión correr porque es la de casa y lo que he ido a ver en directo desde que tenía uso de razón», concluye.