Claudia Vicente

A vuelapluma

Claudia Vicente


El plinton

07/10/2022

La semana pasada, Rocío Martínez escribía en estas mismas páginas una columna titulada Quiero ser delgada, en la que reivindicaba el deporte no solo como estilo de vida sino como canon de belleza. Y desde aquí te quiero decir, Rocío, que tienes toda la razón. Desde que te leí me has hecho pensar en por qué hemos tenido que pasar de los treinta para llegar a esta conclusión que parece tan obvia.

En agosto de 2015 tuve la suerte de pasar por la puerta del colegio Niño Jesús cuando empezaban a vaciarlo para convertirlo en apartamentos, antes de que se lo cargaran, y vi aparcado en la acera el quid de la cuestión. Hice una foto, la subí a Instagram, y puse el comentario: Hasta siempre, colegio. Me da pena hasta que se lleven el plinton-a decir verdad, al plinton le adjudiqué un adjetivo que no voy a reproducir aquí-. Bueno, pues solo pasaron unos segundos para que mujeres de todas las edades empezaran a relatar en los comentarios sus experiencias traumáticas en el dichoso aparato de gimnasia. Coscorrones, esguinces y lloros los protagonizaban.

Entre que el patio del colegio era, y sigue siendo, aunque se estén empezando a oír voces que quieren corregirlo, coto privado de los chicos y el fútbol, las clases de ballet las dejabas para no tener fama de cursi, y en clase de gimnasia te traumatizabas, muchas de nosotras hemos pasado total del deporte hasta que no hemos podido más y ya mayores lo hemos retomado. Ahora voy a clase de fitboxing tres veces por semana, y alucino en colores. Yo, la inútil que pensaba que estaba atrofiada o algo, quedo la primera en un par de rounds en el saco de boxeo y querría contárselo a los que me hacían llorar delante del plinton. ¿Por qué lo hago bien? Porque la competición es conmigo misma, porque en la clase no hay espejos, porque estamos todas concentradas en hacerlo bien, porque será por la edad, pero por fin tenemos autoestima.

Y ahora me informo, y leo que el entrenamiento de fuerza, la masa muscular, ejerce de barrera antitumoral, y es una de las claves en la prevención del cáncer. ¿Perdona? Manda narices que hayamos perdido tanto tiempo bloqueadas, sobre el trampolín, frente al plinton, pensando que el deporte no era para nosotras.