El otro día, no me pregunten dónde y ni a quién (tuvo que ser a un escritor pero no me aventuro a decir un nombre), escuché que las enumeraciones ayudan a dar ritmo a los textos escritos y hablados. Veamos si es cierto: Presupuesto, plan general de ordenación urbana, bomberos, falta de personal en la Administración, licencias que se eternizan, calles hechas una pena, pintadas por todas partes, zonas verdes no muy verdes, plaza de toros sin licencia en vigor, calendario de actividades de la Ciudad Europea del Vino sin estrenar,... Podría seguir, pero me estoy dando cuenta según lo escribo que, lejos de aportar ritmo, denota una ralentización rozando la parálisis de la que se supone que es la tercera ciudad por población de Burgos, la capital de la Ribera del Duero por ubicación, la villa que alegra Castilla que reza la tonada, Aranda de Duero. 

Su Ayuntamiento pone un circo y le crecen los enanos. Si una semana tiene que afrontar un problema, a la siguiente se le encarniza el anterior sin resolver y le surge otro si cabe más sangrante. ¿Los porqués? Se puede pensar en vicios heredados de hace tiempo, falta de planificación de pretéritos equipos de gobierno, inexistencia de un objetivo claro que alcanzar y, por lo tanto, desconocimiento de qué pasos dar y cuándo. 

No dudo de la buena disposición de algunos de los concejales, unos más que otros, que quieran arrimar el hombro para buscar soluciones a tantos problemas, pero es que alguno de ellos se viene arrastrando desde hace décadas, y algunos de los actuales ediles ya estaban entonces en el Consistorio con o sin cargo de gobierno, vamos, que no son nuevos en esto.

¿Y qué sucede cuando buscas una respuesta, conocer las líneas de trabajo? Nada, al otro lado, el silencio.