La visita a las bodegas arandinas pende de una inspección

I.M.L.
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Las peñas arandinas acordaron con el Ayuntamiento que técnicos municipales revisen el estado de las galerías para acometer arreglos y poder abrirlas para recorridos turísticos

Las humedades que sufren las galerías subterráneas provocan desprendimientos, que pueden causar daños a los visitantes y que se tendrán que solventar. / Fotos: l. núñez - Foto: L. Núñez

La inclusión de las bodegas subterráneas que conservan y mantienen las peñas de Aranda de Duero en los atractivos del programa de la Ciudad Europea del Vino 2022 sigue siendo una incógnita. Serán los técnicos municipales los que inspeccionen estas galerías y comprueben el estado en el que se encuentran y si reúnen las condiciones adecuadas para que los visitantes puedan bajar a ellas y conocer el corazón del patrimonio enológico de la ciudad. 

Este es el compromiso que se alcanzó en la reunión mantenida entre los representantes del colectivo peñístico y la alcaldesa arandina, Raquel González, y el concejal de Festejos, Emilio Berzosa. «Nos dijeron que a ver si esta semana podían pasarse por todas los técnicos para hacer un informe de todos los problemas, que hay en todas las bodegas, en unas más que en otras», remarca Roberto Colomo, presidente de la Peña El Niño de la Capea. Lo que más preocupa a los peñistas es el riesgo que puedan sufrir quienes se aventuren a bajar a visitar las galerías subterráneas. «No nos podemos arriesgar a que alguien baje y se resbale en las escaleras con la humedad, o que pase bajo un arco y haya un desprendimiento, porque ¿quién se hace responsable de eso?», dejaba la pregunta en el aire Colomo, ya que no se llegó a nada en claro en la reunión, que se celebró en el salón de plenos municipal y duró cerca de una hora.

Más allá del estado en el que se encuentran las bodegas, a causa de las filtraciones y de la falta de uso durante la pandemia, que ha agravado este problema endémico de estas construcciones medievales, la falta de mantenimiento es otro de los escollos a solventar, ya que las peñas llevan dos años sin recibir las subvenciones municipales con las que hacían frente a los gastos de los arreglos. «Cada año le tocaba a dos peñas, hace tiempo que lo hacemos así, pero es que ahora todas necesitan más o menos arreglos para que estén decentes», reconoce Alberto Martín, presidente de la Peña El Jarro, que no se olvida de que esta joya patrimonial es bien de interés cultural. «Somos BIC para lo malo pero no para la bueno», plantea de forma directa, porque se ha extremado la protección de las bodegas, pero sin contraprestación alguna. «Antes eran los socios, con prestación personal, los que arreglábamos las bodegas, pero ahora con ser BIC tenemos que contratar al arquitecto para presentar el proyecto en Patrimonio», recuerda Colomo, por lo que parte de la subvención municipal se va en esos trámites obligatorios.

«¿Y no podría la Junta aportar alguna subvención, ya que las bodegas son BIC? Sería lo suyo», pone sobre la mesa Martín la petición que se planteó en la reunión y de la que no obtuvieron una respuesta clara. Lo único que saben a ciencia cierta es que, si se quiere tener las bodegas listas para el próximo verano, los trámites administrativos para llevar a cabo los arreglos tienen que empezar a realizarse ya. «Pero no sabemos ni quién recibirá la subvención de este año del Ayuntamiento ni lo que dirán los técnicos que las van a venir a ver», apostilla Martín.

Algunas de estas bodegas llevan sin ningún tipo de actividad durante toda la pandemia, por lo que su puesta a punto para que se puedan utilizar no será cosa de unos días, sino que precisarán trabajos de consolidación de arcos, eliminación de filtraciones y restablecimiento de los techos que han empezado a sufrir desprendimientos.