Poner en funcionamiento día tras día el Ayuntamiento supone cada vez un esfuerzo económico más elevado. Cuando se abre un centro cívico, una biblioteca o un polideportivo o cuando se ponen en circulación 70 autobuses urbanos se hace necesario interiorizar que el coste de estos servicios exige de un desembolso millonario. Iluminar las calles y las instalaciones municipales exigirá este año el pago de casi 7 millones de euros, el recibo del gas rondará los 3,6 y tampoco es baladí, menos en un contexto como el actual, la factura municipal en combustible y carburante.

Si bien es cierto que el incremento del precio de la gasolina y del gasóleo se ha moderado en los últimos meses, no lo es menos que sigue siendo muy elevado en comparación con años pasados. De ahí que el Presupuesto del Ayuntamiento para 2023 haya tenido que incrementar en 400.000 este gasto, que alcanzará los 4,4 millones de euros.

Buena parte de este gasto se corresponde con la compra de combustible para la circulación de la flota de vehículos municipal, si bien el grueso se corresponde con el consumo de gasóleo para calefacción.

En la idea del equipo de Gobierno está reducir el consumo de combustibles fósiles para apostar por energías renovables. Se esperaba que pudiera contribuir a ello el contrato de concesión para la construcción de una red de calor, pero la licitación se está haciendo esperar más de lo inicialmente previsto. La dependencia de los carburantes va para largo.