Burgos rompe su techo de producción de energía eólica

H.Jiménez
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El balance de 2021 supera un récord que databa del año 2013 y confirma a la provincia en el pódium de las potencias nacionales en molinos, solo por detrás de Zaragoza y Lugo

Parque eólico en Pedrosa de Río Úrbel. - Foto: Alberto Rodrigo

El récord databa de hace ocho años. Desde el ejercicio 2013 no se registraba una producción igual, y eso que los parques no han dejado de proliferar y que los molinos cada vez son más grandes y de mayor potencia. Ahora su capacidad de generación también se ha trasladado a la realidad.

La producción bruta de energía eléctrica, medida en megavatios hora ( la unidad de potencia que equivale a un millón de vatios), alcanzó en la provincia de Burgos los 4,6 millones. El dato figura en el avance de 2021 del Boletín Anual Energético de Castilla y León, una publicación que elabora el Ente Regional de la Energía (EREN). Este organismo autonómico, que a su vez comparte los datos con el Ministerio de Transición Ecológica, ofrece datos que se remontan hasta 1996. Entonces la energía eólica ni siquiera aparecía entre las estadísticas de producción. Cuatro años después, en el ejercicio 2000, asomaba por primera vez la cabeza con 151.487 megavatios hora. Ya en 2006 figuraba con 1,2 millones, cuatro veces menos que en la actualidad, y a partir de 2010 se produjo su despegue definitivo con un crecimiento explosivo.

Si analizamos la serie de la última década, el año 2012 comenzaba con algo menos de 4 millones pero solo un año después, ya en 2013, se colocó en los 4,49 que hasta ahora había sido la cifra más alta jamás registrada en este informe autonómico. Pese a que en los últimos tiempos no han dejado de inaugurarse nuevos parques eólicos a lo largo y ancho de la provincia, generando además una fuerte polémica en algunas localidades por su impacto paisajístico y la necesidad de poner coto a su imparable crecimiento, su producción no había vuelto a tocar techo. Y el año pasado lo rompió.

La consecución de este récord es fruto no solo de la incorporación a la red de los gigantescos molinos que hemos visto proliferar en los últimos años, sino que también es producto de unas condiciones meteorológicas favorables, pues la eólica no es una energía que pueda almacenarse y regularse a capricho de las necesidades del sistema. Si no hay viento, no hay energía. Y parece evidente que el año pasado sopló más (o mejor) para los intereses de las eléctricas.

 

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