Diez años de aquella pequeña rebelión

A.S.R
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Fetén Fetén celebra una década con el orgullo de contar con un lugar y prestigio en este mundo y prevé alargar la fiesta hasta 2022

El poder de atracción de Fetén Fetén queda patente en cada concierto, como este del verano de 2017. - Foto: Valdivielso

Hace diez años, unos casi imberbes Diego Galaz y Jorge Arribas blandían orgullosos su primer disco como Fetén Fetén. Un álbum de música popular e instrumental y financiado a partir del micromecenazgo, sin ningún sello discográfico, grande o pequeño, detrás. Aquella pequeña gran rebelión se ha convertido en un proyecto consolidado, que no ha variado su espíritu y que luce un marchamo de calidad, para entendidos y disfrutones. Este 2021 celebran su décimo aniversario (aunque empezaron a trastear dos antes). Una fecha redonda a la que bailarán, con permiso de la pandemia, de la manera que se pueda. 

«Todo el mundo cuenta que hay un año en blanco. Vamos a ver cómo va todo. Posiblemente lo arranquemos este año, pero será en 2022 cuando lo celebremos», aventura Galaz, quien, sea cuando sea, garantiza farolillos: «Que un tío con un violín y otro con un acordeón llevemos diez años pudiendo vivir de ello es para festejarlo a lo grande». 

Recuerda que entonces sí tenían esa ilusión de que la propuesta fuera bien, pero nunca pensaron que llegara al punto en el que están. «Consolidar algo es muy difícil y más cuando estás en un país en donde se llevan otras corrientes y ciertas músicas tienen más hueco en los medios. Es complicado sobrevivir haciendo algo que intente defender nuestra identidad, nuestro arraigo a la tradición aunque la reinventemos, en un país donde no se da importancia a esto», analiza la mitad del dúo y sopesa si es cuestión de suerte o que realmente hay un público para este estilo de música, aunque minoritario. Sea como fuere... «A día de hoy, me sigue flipando que una sola persona pague una entrada por vernos». 

Mientras ese aniversario busca hueco en la agenda, la que sí lo tiene ya es la publicación de Cantables II, que pondrá banda sonora a la primavera, bajo el ello Madame Vodevil y Universal Music. 

Este álbum, como Cantables I, se compone de canciones instrumentales de Fetén Fetén con letra de Sebastián Schon y voces de artistas de relumbrón que dieron el sí quiero sin mirar a los lados. Han salido ya las virguerías con El Kanka (Júrame), Depedro (Para olvidarte), Rozalén (Otro vals), Guitarricadelafuente (Límite) y Kevin Johansen (De noche). 

Aquí el coronavirus no ha tenido nada que hacer. Al igual que el primero, este trabajo se ha horneado en la distancia. Son muchos los kilómetros y las aguas que separan Argentina, donde trabaja Schon, de Castilla, donde juegan Galaz y Arribas.

«Es un disco en paralelo al grupo, no podemos hacer conciertos, pero sí hemos notado que a raíz de esas colaboraciones nos hemos posicionado en un lugar cómodo, no somos famosos, pero se nos conoce», aplaude el violinista y llama la atención sobre «la libertad tan grande que te da ser menos conocido, pero tener cierto prestigio en el ambiente musical». 

Esa austeridad del proyecto Fetén Fetén ha resultado ser una ventaja para seguir actuando pese a la omnipresencia del bicho. La mínima estructura con la que viaja y el importante pero no masivo pelotón de fieles facilitan su directo frente al de los grandes grupos. Aunque el verano fue desastroso, se han quitado la espinita el último trimestre, con un porrón de conciertos familiares. 

«La música popular siempre ha sobrevivido, hasta en medio de la guerra. Esta covid nos demuestra que hay que tener en cuenta y cuidar a las propuestas más pequeñas, que son las que están llevando, porque pueden, mucha alegría a la gente», reivindica y ondea la bandera de la cultura como espacio seguro. 

También como lugar terapéutico y para la emoción. Cuenta Diego Galaz que han visto llorar igual a una señora mayor que a un niño agradecidos por ese rato de olvidar el día a día, de dejarse llevar, de cantar, de mover los pies, de mirar a los ojos, de... «¡El poder de la música es muy grande!».