«Buscaba mezclar lo clásico y lo moderno, algo que dure»

JUNIOR VIEIRA
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Miranda tras la barra (X) | En el bar Rigoletto (avenida República Argentina, 12), Ángel Melgosa da cabida desde hace años a exposiciones de artistas, colectivos y empresas para imprimir un valor añadido a la hostelería

Ángel Melgosa, junto a la decoración navideña del Rigoletto. - Foto: J.V.

Escritor, presidente de la Asociación Mirandesa de Amigos de la Ópera y hostelero. Ángel Melgosa lleva detrás de la barra desde los 16 años y desde hace poco más de dos décadas al frente del Rigoletto. Este bar, cuyo nombre viene de la famosa ópera, no solo es un lugar donde tomar algo, sino que también un sitio al que acudir para leer o ver exposiciones. 

En la década de los 90, la calle Estación no era tal y como la conocemos ahora. Donde hoy vemos una calle llena de gente, ayer rugían los coches. «Surgió el boom de hacer locales en el extrarradio por la posibilidad de tener terraza, los bares en el centro habían perdido fuelle», cuenta Ángel. Precisamente esa posibilidad de contar con un amplio espacio exterior ha ayudado al Rigoletto a no pasar por demasiadas dificultades durante la pandemia, al menos no tantas como otros trabajadores del gremio. «Cuando había restricciones, los restaurantes estaban cerrados, había toque de queda y la gente no podía salir de la ciudad, venían a los bares justo después de comer», recuerda.

A pesar de que no estar en el centro parezca un inconveniente, tiene sus alicientes. «Si tú conoces un bar que te ofrece cosas distintas, puedes ir aunque esté algo alejado», sostiene Ángel. No obstante, los días entre semana siempre es más difícil ver gente por zonas más de extrarradio. El hostelero cuenta que «los viernes y sábados suele bajar gente de barrios alrededor de Miranda, pero van al centro de la ciudad». 

Los bares se han caracterizado por ser el punto de encuentro de amigos, de familias, de viejos compañeros e incluso de reuniones de trabajo. Casi siempre en torno a la comida y a la bebida. Sin embargo, también, en el Rigoletto brinda otros centros de gravedad. «Llevo años haciendo exposiciones en el bar para darle un valor más allá de la propia hostelería», dice Ángel. Estas exhibiciones empezaron siendo de elaboración propia. La última, sobre el 125 aniversario del cine. No obstante, también colaboran distintos negocios y asociaciones. La actual viene de la mano de la empresa Maderas Susaeta y su nombre es Otra madera de vivir: 1921-1941.

Otras obras de este bar llevan la firma de la Asociación Trotamundos. Tres esferas de madera en honor a los Reyes Magos se encuentran justo encima de la barra. No es la primera vez que realizan juntos una colaboración. El año pasado, y cuando este colectivo celebraba su 40 aniversario, el Rigoletto se llenó de recuerdos y trabajos de Trotamundos. Estos dos últimos años han sido especialmente duros para este tipo de organizaciones, tras cancelarse eventos tan importantes como las carrozas de las fiestas de septiembre, por lo que el bar ha sido una ayuda y un buen lugar para la exposición de sus obras. 

Los tiempos cambian y con él, los lugares. El futuro del Rigoletto también pasa por el ocio nocturno y Ángel plantea la posibilidad de que viernes y sábado pueda abrir hasta más tarde. Lo que queda claro, es que el Rigoletto no perderá la esencia que le lleva caracterizando tantos años. La cultura seguirá formando parte del bar. A través del cine, la fotografía o la música, principalmente. Y abierta a recibir a diferentes asociaciones y empresas que quieran contribuir a la decoración del bar con algunas de sus creaciones colgadas de estas paredes. 

Al final el objetivo de Ángel siempre ha estado claro. No quería conformarse solo con estar detrás de la barra, sino que también buscaba «hacer una mezcla entre lo clásico y lo moderno. Algo que durara para siempre», concluye.