Roberto Peral

Habas Contadas

Roberto Peral


El grito en el cielo

11/04/2022

Ha tardado más de ochocientos años en ocurrir, pero lo han visto estos ojitos nuestros que han de ser pasto un mal día de los insectos necrófagos: hemos asistido este fin de semana, atónitos, a la primera huelga en la Catedral de Burgos. Los empleados del templo, acostumbrados de antiguo a hablar de lo divino, se han bajado por una vez al terreno de lo humano y el sábado no acudieron a sus puestos de trabajo para poner el grito en el cielo contra el «hostigamiento» y el «irrespirable ambiente laboral» que a su parecer vienen soportando en los últimos años. En las puertas mismas de la Semana Santa, el arzobispado se enfrenta a unas acusaciones de muy grueso calibre que, para más inri, apuntan contra una institución cuyo propósito consiste en procurar cristiano consuelo a todos los pecadores que transitan por este valle de lágrimas, así sean autónomos como adscritos al régimen general de la Seguridad Social.

El Cabildo, acogido a un ERTE hasta enero del año que viene por unas inconcretas «causas organizativas», ha tratado en los últimos días de taponar las vías de agua que puede provocar el paro indefinido iniciado por la plantilla reclamando a la Junta el decreto de unos servicios mínimos que permitan atender a todos esos turistas que tenían pensado visitar nuestra joya gótica antes de dar buena cuenta de un corderito asado en horno de leña. Al cierre de esta edición la Administración autonómica no se había pronunciado sobre tal extremo, así que no sería de extrañar que la Iglesia hubiese de tirar de recursos propios en estos días apasionados de la muerte y resurrección de Nuestro Señor y poner a enseñar la capilla de Santa Tecla a los sacerdotes de la diócesis, quienes no podrían ser acusados de esquiroles al estar unidos a la institución por un vínculo que tiene mucho más de espiritual que de puramente laboral. 

Desde esta sección hacemos votos por que, por el bien de todos, las aguas vuelvan a su cauce, ambas partes se den a partido y no acabe montándose la de Dios es Cristo en unos días subrayados con rotulador fluorescente por los hosteleros y comerciantes de nuestra muy católica plaza. San José Obrero, ora pro nobis.