La agonía del 'zar'

Diego Izco (SPC)
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Abramovich, con sus bienes congelados y fuera del Chelsea: 19 años de claroscuros

El oligarca ruso entrega la primera Copa de Europa de la historia del conjunto londinense, conquistada en 2012, a Didier Drogba. - Foto: MARCUS BRANDT (EFE)

No es fácil poner en contexto a Roman Abramovich. Es igual de difícil de contextualizar que cualquier cosa nacida o sucedida en Rusia en los últimos 20 o 200 años. Resumiendo: se hizo rico y compró el Chelsea. Ampliando: hizo plata con muñecas de plástico en el Moscú de la Perestroika, aumentó su fortuna con varias inversiones (el petróleo siberiano a la cabeza), se colocó perfectamente cerca del poder, estaba encaprichado del fútbol, el Reino Unido le ofrecía las ventajas fiscales que necesitaba... y compró el club inglés.  

Eso (la adquisición) sucedió el 2 de julio de 2003. El magnate canceló la enorme deuda que asfixiaba a los 'blues', inyectando 165 millones de euros de golpe e invirtiendo después más de 2.000 millones en sus dos décadas de 'reinado', en las que el Chelsea ha logrado cinco Premiers, cinco FA Cups, tres Copas de la Liga, dos Community Shields, dos Champions, dos Europa League, una Supercopa europea y un Mundial de clubes. Makelele, Hernán Crespo, Essien, Drogba, Verón, Robben o Mutu fueron los grandes nombres en los comienzos de la etapa Abramovich, que firmó 71 de las 75 contrataciones más caras en la historia del club. Se 'escapan' de esta nómina Hasselbaink, Zenden, Petit... y Frank Lampard, el 'gran capitán', incorporado dos temporadas antes del West Ham a cambio de 16 'kilos'. 

 

Inflación

El método del éxito fue y ha sido duramente criticado: pura inflación, reventar los precios en el mercado para asegurarse la compra. Levantó títulos, pero pagó 60 millones por Fernando Torres, 80 por Kepa o 66 por Álvaro Morata, solo citando a los españoles. Su brazo ejecutor en cada operación ha sido Marina Granovskaia, su primera socia en aquella fábrica de muñecas y la impulsora de absolutamente todo,  desde una contratación o un despido hasta la construcción de la nueva ciudad deportiva de Cobham, que fue inaugurada en 2007.  

Todo fluía con relativa normalidad hasta la invasión de Ucrania. El equipo llevaba la medalla de campeón de Europa en la solapa, caminaba con relativa holgura en puestos de Champions (tercero, tras los dos 'aviones' de City y Liverpool) y los únicos problemas eran las lesiones y rebeldías esporádicas como la de Lukaku, que quería volverse al Inter de Milán. Pero la guerra finalmente estalló y se llevó por delante al 'zar' y a su club: el mismo día que Putin ordenó atacar, Granovskaia y la 'cohorte rusa' en Stamford Bridge desaparecieron del mapa. 

En la actualidad, las oficinas de la entidad están intervenidas por el Gobierno británico, que ha congelado los activos de Roman Abramovich, prohibido la venta de entradas a los aficionados y limitado el presupuesto de los viajes del primer equipo, hasta el punto que los capitanes (con César Azpilicueta a la cabeza) se ofrecieron en un punto del camino a costear parte de los mismos. 

El pasado 12 de marzo, la Premier League 'sugirió' al poderoso magnate poner la entidad 'blue' en venta y este dispuso la subasta (ya hay pujas cercanas a los 3.000 millones de euros, a pesar de que el valor del mercado del club londinense no es ni la mitad). El futuro exdueño del Chelsea habría invertido (a fondo perdido) más de 1.000 millones de libras en jugadores en una época en la que nadie se extrañaba de sus reuniones con Putin y sus visitas al Kremlin. 

Abramovich estaría buscando alternativas para 'descongelar' sus activos y su liquidez... y de alguna manera seguir vinculado al fútbol. En los últimos días, involucrado en las negociaciones del proceso de paz entre su país y Ucrania, estuvo en Turquía junto al presidente Erdogan, con quien, además del conflicto bélico, habría hablado de la compra de un club, el Goztepe, hoy en puestos de descenso.