Un cerebro extraordinario para un Museo que quiere crecer

P.C.P.
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El fósil del cráneo en 3D de un dinosaurio ornitópodo que habitó en Salas de los Infantes hace 125 millones de años está en Grenoble (Francia) para descifrar qué guarda en su interior

Un cerebro extraordinario para un Museo que quiere crecer - Foto: J.J.M

El Museo de los Dinosaurios de Salas de los Infantes alberga piezas extraordinarias en un espacio indigno. Una de ellas acaba de abandonar su 'casa' rumbo al sincrotrón de Grenoble (Francia), un centro con la mejor tecnología del mundo, para tratar de averiguar el tesoro que oculta en su interior. Se trata de un cráneo en 3D prácticamente completo, que perteneció a un dinosaurio ornitópodo de los que habitaban la Sierra de la Demanda hace 125 millones de años, en el Cretácico inferior.

Tras un primer intento fallido en el Cenieh, el equipo que dirige Fidel Torcida ha conseguido que una investigadora del centro francés se involucre en el proyecto y se haga cargo del fósil para someterle a las pruebas que permitan confirmar si, como esperan los responsables del Museo burgalés, el interior del cerebro también está intacto y están los huesos del encéfalo y de los nervios. Esto permitiría desarrollar una serie de estudios sobre el comportamiento de otra especie que supondrían un avance excepcional.

La pieza fue hallada a principios de los años 80 en Salas y pertenece al Museo Luberri, que la ha cedido de manera permanente al burgalés. El alcalde de Salas de los Infantes, Francisco Azúa, ha aprovechado para pedir al nuevo Ejecutivo regional que se tome en serio el proyecto de ampliación de las instalaciones que albergan todos estos tesoros paleontológicos y que visitan 15.000 personas al año, una cifra muy inferior a la que reciben otros museos dedicados a los dinosaurios en España y Europa, que sí cuentan con un espacio digno.

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El fósil es un cráneo de unos 15 centímetros de longitud, prácticamente completo, de un pequeño dinosaurio ornitópodo, del Cretácico inferior con una antigüedad de unos 125 millones de años, hallado en las proximidades de Salas de los Infantes a principios de los años 80 del siglo pasado. El descubridor fue el paleontólogo vasco José Ángel Torres (1959-2020), que fue responsable del Departamento de Geología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi (Donostia) y fundador del Museo Luberri.

Para el estudio del fósil, el Equipo Científico del Museo de Dinosaurios ha preparado un grupo internacional con expertos en paleontología y en paleoneurología, Xabier Pereda Suberbiola (Universidad del País Vasco), Ariana Paulina-Carabajal (CONICET, Argentina), Kathleen Dollman (Universidad de Witwatersrand, Sudáfrica) y Paul-Émile Dieudonné (Universidad Nacional de Río Negro, Argentina). El proceso de estudio estará apoyado por el Museo de Luberri, el grupo de investigación Garras (Centro de Interpretación Paleontológica de La Rioja, en Igea) y la Sociedad de Ciencias Aranzadi.

El cráneo ha sido preparado parcialmente en el taller de restauración del Museo de Dinosaurios, para eliminar la matriz -roca que lo envuelve-, y dejar al descubierto la mayor superficie posible de hueso. Sin embargo, el proceso es muy delicado, debido a la gran compactación de la matriz rocosa y la relativa fragilidad del hueso fosilizado.

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El cráneo es uno de los más completos que se han recuperado de dinosaurios en la Península Ibérica . Como la conservación del fósil es, aparentemente, muy buena, los investigadores estiman que se ha preservado la cavidad encefálica y el recorrido de los nervios craneales y vasculares principales. Esto proporciona a la pieza un valor añadido, al considerarse un fósil singular por su escasez en el conjunto de Europa, donde se han descrito varios géneros de ornitópodos semejantes al especimen salense, pero de los que la mayoría conserva cráneos incompletos o desarticulados.

Un primer intento de escaneado por Microtomografía Computarizada se realizó en el CENIEH, gracias a financiación de la Diputación de Burgos, pero no tuvo éxito, pues la densidad de la matriz ósea impidió que la radiación atravesara la densa y compacta matriz ósea. Como opción más viable, el equipo investigador se planteó la necesidad de trasladar el fósil al ESFR (Laboratorio Europeo de Radiación Sincrotrón), acelerador de partículas situado en Grenoble (Francia), para someterlo a una exploración multirresolución.