Estábamos convencidos de que, en estos tiempos de internet, redes sociales y aplicaciones telemáticas de mensajería instantánea, los buzones postales, que apenas si reciben los estadillos en que se nos detalla nuestro consumo de luz y alguna que otra hojilla volandera de establecimientos de comida rápida, se habían convertido ya en piezas sin más utilidad que la de satisfacer en el futuro la curiosidad de los etnógrafos. Pero hete aquí que el género epistolar parece haber resurgido con fuerza en los últimos días, al menos en las noticias que nos hacen llegar los periódicos: si hace un par de semanas se nos daba cuenta de que un enterrador jubilado llamado Pompeyo había estado dedicando sus largos días de molicie a remitir desde su piso de Miranda de Ebro cartas con explosivos al presidente del Gobierno y al embajador de Ucrania, entre otros eminentes destinatarios de sus delirios homicidas, Diario de Burgos nos contaba el sábado la hermosa historia de Carmen Hierro, una alumna de primero de la ESO del colegio Jesús María que decidió escribir a Pedro Sánchez para solicitarle políticas más activas con que hacer frente al calentamiento del planeta, en una misiva que ha recibido la oportuna respuesta desde La Moncloa.
Por si fuera poco, acaba de regresar todo un clásico de los años electorales, la carta con la que el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, tiene el placer de participar a los nueve millones de jubilados que existen en España que su pensión se incrementará un 8,5 por ciento en 2023, loable ejemplo de transparencia que desde aquí invitamos a replicar desde otras áreas gubernamentales para que seamos informados, por aportar un ejemplo, del porcentaje en que se redujo el año pasado nuestro poder adquisitivo como consecuencia de la escalada de la inflación.
Por no hacernos mala sangre, podríamos decidirnos a escribir una carta de amor a nuestra venerada mitad, delicada costumbre que, si bien ya en franco desuso, no resulta vano reivindicar mañana coincidiendo con el día de San Valentín, patrono de enamorados. Aunque ya avisamos, para quien todavía no lo sepa, que el franqueo también ha subido de precio.