«Tuve suerte, en Venezuela no se accede gratis a la Sanidad»

G. ARCE
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El empresario venezolano Luis Comella, afincado en Burgos desde hace unos años, superó la covid tras 24 días hospitalizado y cuando la vida recuperaba sus cauces normales perdió a su hermano por el mismo mal al otro lado del Atlántico

Luis Comella, presidente de Pescafácil. - Foto: Valdivielso

Para Luis Comella el año 2020 tuvo 358 días. Los siete que faltan los pasó en la UCI el Hospital Río Ortega librando -en coma inducido y sin apenas aire en los pulmones- la última batalla contra la covid. Y la ganó. Fueron 24 días hospitalizado entre el HUBU y Valladolid y cuando volvió a pisar la calle se hizo un pacto a sí mismo para recuperarse y ser feliz, volver al trabajo en su empresa (Pescafácil), coger la bicicleta y recorrer con su mujer en septiembre 300 kilómetros del Camino del Norte a Santiago de Compostela, desde Irún a Castro Urdiales. 

Pero la guerra no había terminado: su hermano mayor Juan Carlos enfermó en otoño de coronavirus en Maracaibo (Venezuela) y no tuvo ni la misma atención sanitaria ni la misma suerte, falleciendo el 31 de octubre. No pudo ir a su entierro, porque su país tiene el espacio aéreo cerrado, ni tampoco pudo viajar a los Estados Unidos para estar con su viuda y sus sobrinos. «Fue muy duro, mi hermano deja tres hijos, una de ellas estudiando en España, en la Universidad de Navarra, por lo que me queda la responsabilidad de seguir adelante».

Vital, extrovertido y emprendedor, un año después de la covid el venezolano Luis Comella  está «al cien por cien» y recuerda en la distancia cómo se vio infectado sin pretenderlo, consciente entonces de que a sus 55 años tenía una salud de hierro gracias, entre otras cosas, a su pasión por el deporte. Ni él ni los primeros doctores que le examinaron vieron la causa de su malestar generalizado. «Me dijeron que era amigdalitis pero no me lo creí y acudí a un laboratorio privado para hacerme las pruebas... Me enviaron directo al HUBU».

«Hoy llevo la vida con lo que me ha tocado», reflexiona el presidente de Pescafácil, quien agradece toda la solidaridad recibida durante estos meses desde muchos frentes. «Los venezolanos somos emigrantes universales y estoy en constante comunicación con mi familia y mis amigos allá donde estén».

Luis Comella tuvo oportunidad de ostentar un cargo público en su país durante cinco años antes de la llegada de Hugo Chavez  al poder. «Siento mucho respeto por aquellas personas que tienen que tomar medidas de carácter público. A los gobernantes les tenemos que dar el beneficio de la duda porque sus decisiones van encaminadas a poder acabar con esta crisis multifactorial, porque afecta a las personas desde el punto de vista sanitario pero también económico y social.

Entiendo las restricciones para evitar la propagación de la pandemia pero también entiendo que afecta a muchos sectores. En Burgos estamos todos muy afectados con las sucesivas olas, que parece que no terminan. La vida es muy extraña.  Se ha podido hacer mejor, sí, pero no critico cómo se ha llevado.Son  decisiones muy difíciles». 

Futuro. 2020, explica, quedará en el recuerdo por un «evento especial que ha cambiado el curso de la humanidad». El presente año lo afronta con esperanza: «Vamos a salir pronto de esto y fortalecidos. Vamos a aprender a apreciar cosas que antes dábamos por hechas y merecidas, como el derecho al trabajo y la forma de comunicarnos».

Las vacunas -está convencido- van a cambiar el curso económico y social. «En Israel ya pasean con libertad; en Estados Unidos suman más de 500.000 fallecidos, más que los que han muerto en las guerras en las que han participado; España y Europa están en un vaivén con las vacunas, pero estoy seguro de que el ritmo de vacunación se va a acelerar pronto».

Comella ve siempre el vaso medio lleno, como corresponde a un integrante de una familia de emigrantes. Su abuelo español emigró a Cuba en 1908 y regresó tras la «devastación del comunismo y de los criminales que tienen bajo su yugo el país desde hace 62 años. Tuvo 17 hijos y mi padre fue el único que se fue para Venezuela, país del que tuvo emigrar a España y Estados Unidos con la llegada del chavismo. Yo soy uno de los 6 millones de venezolanos que hemos tenido que salir del país».

Venezuela. Se siente muy afortunado en Burgos y a la vez triste por lo que ocurre en su tierra. «Mi país esta en manos de unos criminales que se hicieron con el poder vendiendo el socialismo para todos. Han destruido la economía, un país democrático que era muy progresista. Tomaron Petróleos de Venezuela, la principal fuente de ingresos y la tercera empresa petrolera más grande del mundo, y pretendieron crear una nueva sociedad con un hombre nuevo, un inútil que prefiere que todo se lo den en vez de ir a trabajar. Si inviertes los valores de la sociedad la destruyes».

Crecen los presos políticos, la violencia en las calles, el hambre y la «violación fragante de los derechos humanos». «Han tenido las fronteras cerradas por la incoherencia de sus políticas con el resto del mundo -aunque le echen la culpa a Estados Unidos o a Europa-, pero son incongruentes las cifras tan bajas que dan del coronavirus. Lo he visto con mi hermano, los contagios están disparados y la gente no tiene acceso gratuito a la sanidad y menos a un servicio médico privado».

«En Venezuela estamos tan mal o en camino a estar tan mal como Cuba, un pueblo triste y sometido por unas recetas demagógicas. No son libres frente a Estados Unidos, son un pueblo de esclavos y me sorprende la apatía ante esta realidad de algunos países europeos que siguen invirtiendo en la isla».