Educación para erradicar la prostitución

DB
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Considera que hay que trabajar para eliminar la prostitución y no solo para trasladarla de sitio

La Plataforma por la abolición de la prostitución aboga por educar para erradicar esta forma de violencia. - Foto: Patricia

La Plataforma Abolicionista de Burgos, integrada por varias asociaciones de defensa de la mujer, reclama implicación ciudadana en la lucha contra la prostitución, al tiempo que lamenta que en numerosos casos se observe simplemente como un  problema de convivencia, ruidos o salubridad. Por ello, solicita a la sociedad una verdadera implicación «en la batalla contra el drama que supone la prostitución». El colectivo reacciona precisamente a la denuncia que adelantó este periódico de un vecino de la calle Vitoria que se quejaba de las molestias que provocaba un club de alterne en su bloque.

La plataforma puede comprender el malestar que se crea cuando en un lugar de residencia no existe un clima de calma, pero -critica- genera «una enorme tristeza que se contemple la existencia de la realidad prostituidores-prostituidas como cualquier  otro conflicto en un vecindario». Este tipo de quejas son frecuentes y la mayor parte de las veces  «lo único que se exige es que esta ‘actividad’ sea trasladada, de manera que se omite por  completo la sensibilidad, empatía y beligerancia que todos y todas deberíamos exhibir ante esta  tragedia», denuncia.

«La prostitución es una tragedia y la modalidad más cruda de todas las violencias hacia las  mujeres. El contexto de las víctimas, cuando no son directamente engañadas, extorsionadas o secuestradas, es el de una vulnerabilidad absoluta que las obliga a hacerlo. Quienes tienen la ‘suerte’ de poder abandonarlo sufren secuelas físicas y psíquicas crónicas», denuncia la presidenta del Colectivo 8 de Marzo -una de las portavoces de la plataforma-, Silvia Adrián. 

Por ello defiende la también portavoz, y componente de Iniciativa Feminista, Inés Ausín que es «imprescindible» la educación en valores de igualdad y de censura y tolerancia cero a todas las  agresiones que sufren las mujeres. «Ninguna persona ha de ser cosificada -lo que aunque en cifras sensiblemente menores incluye también a varones- o utilizada. El intercambio de dinero  por un cuerpo las convierte en mercancía y las despoja de la dignidad con la que deben contar todas las personas», añade Ausín.