Quiosquero, repostero y hostelero, todo en uno

S.F.L.
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José Ángel Acebes, más conocido como Dulcipay, celebra el 30 aniversario de la apertura de su negocio. Comenzó vendiendo prensa y chuches y ahora sirve vinos, comidas y cenas en Oña

José Ángel Acebes. - Foto: S.F.L.

Todo aquel que conoce a José Ángel Acebes coincide en que el oniense tiene un espíritu visionario capaz de convertir una idea en negocio, y de los rentables. Este todoterreno, popularmente conocido en la zona como Dulcipay, aterrizó de nuevo en la villa condal hace ya tres décadas después de haber probado suerte en varias fábricas de Burgos, de las que apenas consiguió pequeños contratos. Para suerte de los vecinos del municipio y de los alrededores, en 1992 se lanzó a inaugurar su primer quiosco en la calle Barruso -que por aquel entonces la transitaban más vehículos que personas- y desde entonces no ha parado de innovar.

En sus inicios, sus productos no destacaban con respecto al de otros establecimientos similares ya que tan solo ofrecía a la clientela prensa, chucherías y algo de pastelería. Sin embargo, desde el minuto cero consiguió labrar un amplio listado de clientes que aún conserva gracias a su cercanía y sus ganas por seguir creciendo como empresario. Ese mismo hecho fue el que provocó el traslado del negocio a un local más amplio en un emplazamiento privilegiado: la plaza del Ayuntamiento, en pleno corazón de la villa.

Con la ayuda de familiares y amigos realizó la mudanza al local de La Isabelita donde permaneció otros tres años, tiempo suficiente para abrirse fronteras en otros sectores como el audiovisual -al ofrecer un servicio de revelado de fotografía y de videoclub- el de los regalos. A pesar de que en el pueblo había estanco y dos pequeños bazares en los que existía la posibilidad de adquirir obsequios, el emprendedor enfocó sus productos al turista al incluir entre las posibilidades de compra imanes, pegatinas y otros recuerdos con el nombre de Oña y sus atractivos como reclamo.

Pero el incremento del público y una proyección de futuro más ambiciosa hizo que comprara una casa en el céntrico emplazamiento y construyera en la planta baja una nueva tienda, que con los años logró ampliar. Además de lo que ya vendía con anterioridad, a día de hoy el cliente puede encontrar en Dulcipay productos gastronómicos -algunos de ellos de una línea gourmet- comprar pan, tartas y pasteles por encargo, refrescos e incluso hacer fotocopias.

Pero lo que más le distingue del resto de quiosqueros del territorio es que vio en la hostelería el talón de Aquiles de la villa condal. «Cantidad de turistas entraban a mi tienda a preguntar donde podían comer porque no habían reservado en ningún restaurante y muchos se iban de Oña sin comer», declara. Tras un tiempo deliberando, se armó de valor y solicitó al Ayuntamiento la licencia de bar con cocina y terraza.

Desde hace dos años el empresario también se pone el delantal para trabajar frente a los fogones y ofrece un oferta de comidas y cenas «que tiene bastante éxito», confiesa. Entre sus especialidades hay hamburguesas, perritos, bocadillos y raciones. «Se trata de una carta básica pero que gusta a la gente que viene de paso», añade. Como no podía ser de otra manera, también dispone de cerveza y vino para acompañar los suculentos bocados.

Fruticultor. José Ángel Acebes también se percató que podía sacar un buen partido al campo y a los frutales que heredó de su padre, por lo que optó por aventurarse en ese mundillo y formar parte de la Asociación de Productores y Comerciantes del Valle de Caderechas. Se hizo con otros dos terrenos y plantó 1.200 cerezos, cuyo fruto lo vende directamente en la tienda sin pasar por ningún intermediario.

«Muchas personas que incluso tienen árboles me compran a mi las cerezas, es más cómodo que ir a recogerlas al árbol», bromea. Este año también se ha animado con los manzanos y cultiva 150 de distintas especies. No obstante, asegura que con sus 56 años se planta y que se ha propuesto dejar de pensar en nuevas ideas para el negocio.