Si tú me dices ven, cojo el tractor

P.C.P.
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Esta es una historia de generosidad. La de una chica sin pueblo que a los 25 años se va a vivir al de su chico para que él no pierda «la oportunidad única» de trabajar en el campo que adora. Ella, que ha dado muchos tumbos, le envidia

Ángel Rebollares y Leire Illera se conocieron en la tómbola de las fiestas de Villamayor de los Montes hace cuatro años y medio y desde entonces no se han separado. - Foto: Miguel Ángel de la Cruz

Ella lleva la voz cantante. Desde que se plantó con una amiga en las fiestas de Villamayor de los Montes. «Y nos conocimos»,  susurra él, tímido. «En la tómbola», añade Leire, que ya no calla. «Empezamos con la broma de si era agricultor. Como yo estaba estudiando un grado superior de Procesos y Calidad en la industria alimentaria, le empecé a preguntar ¿qué tienes? ¿avena, cebada? Como también me gusta la pastelería, que si tenía leche de vacas para hacer postres… Bobadas», describe mientras Ángel la mira embelesado.

Cuatro años y medio después, los monos de la tómbola se han convertido en dos perros, un corralito con gallinas y unos chivos a medias con otros amigos, con planes de ampliar la familia a medio plazo con ganado vacuno. Todo está abierto para una pareja de tan solo 25 años a la que no se le pone nada por delante. Al medio año de aquel flechazo se fueron a vivir juntos. «Nos lanzamos de cabeza, puede salir bien o muy mal pero era lo que nos apetecía», explica Leire Illera, que ha vuelto a tirarse a la piscina, aunque esta vez el vaso está en Zael, una localidad de la comarca del Arlanza con 112 habitantes censados. «Yo me adapto a lo que sea. El otro día me puse buzo,  y a limpiar mierda de choto, lo que puedo», se ríe.

(El reportaje completo, en la edición de papel de hoy de Diario de Burgos)

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