La prueba de madurez de la futura EBAU siembra dudas

B.G.R.
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Directores de institutos y centros de Secundaria y sindicatos comparten que la propuesta del Ministerio no soluciona la desigualdad regional. Los estudiantes rechazan el modelo

Alumnos de Bachillerato esperan a la entrada de la Escuela Politécnica de la Milanera, una de las sede donde se realiza la EBAU. - Foto: Patricia

Se trata de una propuesta, tal y como dejó claro el miércoles el Ministerio de Educación, que deberá ir definiéndose para iniciar su implantación progresiva en el curso 2023-2024 y su culminación en el 2026-2027. Queda mucho tiempo por delante, pero en una primera valoración, y a falta de conocer de manera exhaustiva el contenido del texto, el nuevo modelo de selectividad, que sustituirá a la actual Evaluación de Bachillerato para el Acceso a la Universidad (EBAU), no convence al profesorado, que se muestra más o menos crítico, ni tampoco a sindicatos y alumnos. 

La principales reticencias se centran en la anunciada prueba de madurez, que llegará a pesar un 75% en la nota final cuando la aplicación del modelo sea completa, y en el hecho de que el borrador no elimina los «agravios» comparativos entre comunidades autónomas. Dicho examen, que comenzará a aplicarse en 2023-2024 pero con una ponderación del 25%, consiste en un «dossier formado por una serie de documentos como texto, imágenes, infografías o tablas que girarán en torno a un mismo tema. Con este material, se pedirá al alumno que realice un análisis desde distintas perspectivas, incluyen preguntas cerradas, semiconstruidas o abiertas», tal y como explica el texto gubernamental. Los estudiantes deberán demostrar su capacidad para «analizar, valorar, extraer información e interrelacionar toda la documentación».

Es aquí donde los directores de institutos y centros de Secundaria consultados por este periódico, al igual que las centrales sindicales, expresan sus dudas sobre en qué consistirá dicho ejercicio y cómo se corregirá, además de que consideran que la madurez resulta «muy difícil de evaluar» y puede dar lugar a valoraciones subjetivas. «Mezcla Lengua Española y extranjera, Historia, Filosofía... Es como un batiburrillo de materias», subraya Jesús Martín, responsable del Diego Porcelos, quien defiende el actual sistema de acceso y una prueba única nacional, respondiendo al distrito único universitario, para que los estudiantes de Castilla y León «puedan competir en igualdad de condiciones con los del resto de comunidades autónomas».

En la misma línea, Jesús Javier Martín, del colegio Liceo Castilla (Maristas), se pregunta si ese espíritu de aprendizaje competencial que recoge el borrador, en línea con la nueva Ley de Educación (Lomloe), se extenderá también a las universidades. «En educación, las ideas en papel son preciosas», precisa, al tiempo que lamenta que «lo triste es que haya que cambiar la EBAU para que cambie toda la metodología de la etapa del Bachillerato» y valora que lo verdaderamente importante pasa por «saber lo que necesitan los alumnos».

Martín considera que de alguna manera se ha demonizado el aprendizaje memorístico, que apoya en su justa medida porque lo considera importante. «Resulta necesario que los estudiantes adquieran unos conocimientos generales aunque todo esté en Google», reflexiona en torno a esa prueba de madurez y las dudas que genera, sin olvidarse de su corrección y los criterios a seguir en un ejercicio «basado en la interpretación: Me suena a mucha subjetividad». 

A lo mismo apunta Tomás Gómez, del Comuneros de Castilla, quien ve «dificultades» a la hora de evaluar los ejercicios por este mismo motivo, al tiempo que va más allá del contenido de la selectividad al abogar por que, si no existe una prueba única para todas las comunidades, sean las propias universidades las que determinen los proceso de admisión. En este sentido, sostiene que el borrador no elimina el problema que  existe, aunque reconoce que puede servir «para que el alumno lleve a cabo un estudio menos memorístico y se evalúen otras capacidades». 

Tampoco comparte otra novedad como la reducción del número que ejercicios, que se quedarían finalmente en dos, uno más globalizado y otro de materia, ya sea troncal o de modalidad. «No conduce a nada y los estudiantes nos va a pedir que les preparemos para que su nota de Bachillerato vaya en consonancia con la de la EBAU», remarca, criticando también la supresión de exámenes de materias troncales debido a que esto va a suponer que los alumnos «las devalúen porque el nivel de exigencia en la prueba de acceso es menor».

Hacia lo fácil y sencillo. José Antonio Virumbrales, del instituto Pintor Luis Sáez, se muestra aún más tajante sobre el borrador del Ministerio, que califica de «desastre o despropósito». Destaca que fomenta que la educación se conciba como «algo fácil y sencillo», de tal modo que «los sobresalientes ya no digan nada» en perjuicio de los jóvenes más brillantes, además de que cuestiona «cómo se puede medir es prueba de madurez». Una pregunta que también se hacen los sindicatos, que comparten que el futuro texto no responde a la exigencia de comunidades como Castilla y León de implantar el mismo ejercicio en toda España. 

Desde ANPE, su secretaria provincial, María José Santamaría, censura que no se proponga una «coordinación absoluta entre las distintas autonomías» y estima que supone «un vuelco monumental» respecto a la EBAU, por lo que anticipa un «trabajo muy duro» por parte de los docentes y de los equipos de orientación al fijarse más en «aspectos psicológicos» que de adquisición de conocimientos.

«La virtud está en el medio», subraya a la hora de valorar dicho ejercicio, ya que «está bien aprender por competencias pero hay que tener un conocimiento base». Su compañera en el sindicato Stecyl, Victoria Ibeas, considera de igual forma «excesivo» el peso que se da a una prueba «que no sabemos qué es», lamentando que se supriman exámenes específicos de materias como Lengua y Literatura porque una de las carencias actuales es la «falta de comprensión lectora o el pensamiento crítico en un texto». 

¿Y qué opinan los alumnos? Paula del Santo, representante del Frente de Estudiantes, señala que la madurez de un joven ya queda reflejada en el hecho de que haya superado los dos cursos de Bachillerato. Más allá de esta novedad, mantiene que la propuesta «sigue dificultando el acceso a la universidad de muchos estudiantes, que se juegan su futuro en tan solo dos o tres días» después del esfuerzo que han realizado durante dos años.