No hay dudas. La declaración del lechazo asado, elaborado al estilo tradicional en horno de leña, como Bien de Interés Cultural (BIC) Inmaterial resultaría positiva para Aranda de Duero, cuna de un producto que le ha permitido adquirir fama en prácticamente cualquier rincón del planeta. Varios asadores de la capital ribereña defienden que esta petición, que nace por parte de la Asociación de Asadores  de Lechazo de Castilla y León, serviría para añadir un grado de protección más a la esencia de la gastronomía regional y local. Pero no sólo eso. A su juicio, también podría ejercer un impacto favorable si se plantea como una especie de reconocimiento a la base. Es decir, a los rebaños, al pastoreo, a los ganaderos que sufren una situación «muy complicada» y se hallan, en numerosos casos, asfixiados por los elevados costes y la falta de relevo generacional.

La asociación castellano-leonesa ha planteado esta solicitud a la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León en base a «los evidentes valores históricos, culturales y etnográficos de esta manifestación gastronómica». También defienden su declaración como BIC por incluir una serie de técnicas productivas, pastoriles y artesanales que forman parte del entramado sociocultural de la región. Si la solicitud llega a buen puerto, además de potenciar la promoción turística, supondría una «inestimable contribución a que Castilla y León conserve y promueva su plato más identificativo, así como todos los oficios involucrados», tal como informaron recientemente en un comunicado.

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