La Federación de Empresarios de Comercio (FEC) sigue atenta a las repercusión de la pandemia en su sector. En su tercer observatorio, creado a tal efecto, analiza la evolución que están teniendo distintas actividades económicas desde que se decretara el fin del estado de alarma el pasado 21 de junio, con conclusiones dispares dependiendo del tipo de negocio. Así, las tiendas de alimentación de barrio, que en anteriores estudios eran las que menos se habían visto afectadas por la crisis y habían incrementado sus ventas, ahora estas se han «estancado» e incluso retrocedido, mientras que el equipamiento del hogar sigue con su tendencia al alza y el de la persona (ropa, calzado y completos) no remonta y su facturación retrocede ya un 23% en comparación con el año pasado.
En cuanto a la situación del comercio de la alimentación fresca especializada (fruterías, carnicerías o pescaderías), el estudio atribuye el frenazo de su actividad a dos factores. Por un lado, se refiere al ‘efecto verano’, que no es otro que el desplazamiento de los burgaleses a segundas residencias o destinos vacacionales, algo que tradicionalmente ocurre pero que este año parece haberse adelantado a julio en lugar de centrarse solo en agosto. Y por otro, alude a la vuelta del consumidor a las medianas y grades superficies una vez perdido el «miedo» en la nueva normalidad.
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