Roa brinda por los 40 años de la DO Ribera del Duero

L.N.
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En un acto festivo por el 40 aniversario de la Denominación de Origen, maridado con folklore y mucho vino, las nuevas generaciones de bodegueros apuestan por recuperar las variedades autóctonas de la zona sin perder la esencia

Una joven pareja brinda en la Plaza Mayor de Roa por el 40 aniversario de la DO Ribera del Duero. - Foto: Alberto Rodrigo

Ribera del Duero celebró este sábado su 40 aniversario en Roa a ritmo de folk. Sin embargo, la primera canción estaba reservada para el 'indie' Iván Ferreiro. La letra iba como anillo al dedo. Bastan dos estrofas: Si pudiera volver otra vez hacia atrás / repetiría mil veces todo lo que hemos pasado. Y es que, efectivamente, han pasado muchas cosas. La Denominación de Origen mira al futuro con nuevas voces y talentos, pero no se olvida de los viticultores que dieron impulso a aquel sueño que hoy es una realidad más que consolidada.   

De aquellos abuelos y padres que pusieron a la Ribera del Duero en el mapa mundial, como destacó Luciana Calvo, de la Cooperativa San Roque de la Encina, en Castrillo de la Vega. «Pioneros que han abierto camino en el mundo», continuó Jorge Monzón, de Dominio del Águila, en La Aguilera. Ante ellos, dijo, se quita la boina. Por su defensa de la variedad tempranillo y también de estas tierras en unos años en los que se elaboraba vino «para pasar el invierno, pero que con la creación del Consejo Regulador se marcó un punto y aparte», según Beatriz Rodero. Se sentaron a hablar y negociaron guiados por su compromiso con la comarca hasta que el 21 de julio de 1982 se firmó el primer reglamento de Ribera del Duero en la estación de metro de El Retiro, en Madrid. 

Hoy, Calvo, Monzón y Rodero, junto con Fernando Ortiz, de Territorio Luthier, representan a buena parte de las nuevas generaciones. El sábado se dieron cita en Roa de Duero con un doble objetivo: brindar por el camino recorrido y también abordar los retos que afronta la Denominación de Origen. La mayoría coincidió en la importancia de evolucionar y por qué no recuperar otras variedades, siempre, eso sí, «sin perder la esencia». Para Ortiz, la clave radica «en hacer caso a nuestros abuelos, centrarnos en lo nuestro, en lo único» porque «lo que nos va a dar valor en el extranjero es lo que no tienen allí». 

En líneas generales, todos subrayaron la importancia de maridar el respeto por la historia y tradición que diferencian a la Ribera del Duero con dosis de modernidad. Dicho de otra manera por Rodero: «Volver a elaborar como nuestros abuelos, pero con la tecnología actual». A ello se suma otro ingrediente fundamental: la pasión. Monzón habló de buscar la sensibilidad que aportan las cepas y trasladarla a una botella de vino. Calvo, a quien de primeras le llamaba la atención el sector de la perfumería, apuntó que la suya es una vocación por narices. Ortiz recordó que sus inicios se remontan a su época de mal estudiante, por lo que le tocó echar una mano en la bodega de su padre. Pero ahí descubrió la belleza del vino y optó por la enología. Mientras, Rodero remató con emoción:«Es mi vida, mi pasión. El mundo del vino te atrapa, no es un trabajo, es un sentimiento». 

Entre los aspectos a mejorar, apuntaron acercar el vino a la gente joven, como se está trabajando a través de la Seminci o de Sonorama, «aunque sea con calimocho», dijo Monzón, quien sumó otro reto: reivindicar los claretes.

Gran ambiente. Tras el coloquio, se sucedieron los brindis. El presidente del Consejo Regulador, Enrique Pascual, definió el acto como «un día grande para todos». Miguel Ángel Gayubo, presidente de la Ruta del Vino, destacó  el potencial de la viticultura para impulsar el turismo y frenar la despoblación. Mientras, el alcalde de Roa, David Colinas, aplaudió la iniciativa «tanto para atraer visitantes como para animar a los de aquí». Unos y otros disfrutaron de lo lindo en las casetas que abrieron 7 bodegas. Alfonso acudió para recordar los tiempos en los que su padre llevaba la uva a la cooperativa de Roa; Elena porque aunque vive desde hace 20 años en Pamplona, vuelve a casa todos los veranos; e Hilario para disfrutar de la música. Siempre hay un buen motivo por el que brindar.