El frío

MARTÍN G. BARBADILLO
-

HEMEROTECA | "Básicamente, yo distinguiría dos tipos de frío: con o sin viento. Cuando sopla 'el norte', que es algo que pasa con cierta frecuencia, la cosa se pone fea de verdad (...)"

Fría mañana de invierno en Burgos capital. - Foto: Valdivielso

¿Qué es? Según la RAE, lo que tiene una temperatura inferior a la ordinaria o conveniente.

Edad. Aquí es simplemente eterno. Santa Teresa en el siglo XVI ya dijo: "Burgos es una tierra frigidísima", refiriéndose a la climatología, claro.

Entonces, ¿qué es el frío aquí? En primer lugar, es el tópico número uno de esta ciudad. En España, el chiste, el chascarrillo de Burgos está pegado al frío como el hielo a un parabrisas una mañana de febrero: la chaquetilla en la playa nudista, la estación de ferrocarril y el invierno... Es el motivo principal de nuestra presencia mediática y el tema con el que te abordan cuando confiesas tu origen.

¿Y es para tanto? Digamos que el principal problema es que el invierno es, y se hace, muy largo. Los datos son los que son: de noviembre a abril la media de temperaturas mínimas apenas pasa de 2º, cuando pasa. Nuestro récord tampoco está mal: el 3 de enero de 1971, el termómetro se hundió hasta los 22 grados bajo cero en el aeropuerto de Villafría, lugar en el que se toma la temperatura de referencia. Hay más: en febrero de 1956 nevó durante 17 días seguidos. Estos son, nunca mejor dicho, los fríos datos.

Y, ¿cómo se escogió un lugar así para montar una ciudad? Como ya explicamos en una entrega anterior, se especula con la posibilidad de que la ciudad fuese fundada en primavera. Al llegar a noviembre debieron quedarse a cuadros, aunque en algunos momentos de la Historia este clima fue una ventaja.

¿En serio? Sí. A principios del siglo XX, la ciudad se puso de moda como lugar de veraneo entre las clases pudientes madrileñas que huían del achicharre veraniego de la capital, que, en esos tiempos, sin aire acondicionado, debía parecerse mucho al infierno. Además, pillaba a medio camino de San Sebastián, donde acudía la Corte en los meses estivales. Porque, aunque no lo habíamos dicho, el verano aquí es de noches con chaquetilla.

Estás condiciones tendrán consecuencias en los seres humanos... Como todas. Uno de los mitos habituales es identificar el carácter burgalés con el clima imperante, opuestos ambos al gaditano o carioca. Carezco de evidencias científicas pero sospecho que tiene, igualmente, repercusiones físicas: para sobrevivir se camina rápido, lo que, sin duda, fortalece el tren inferior. Por contra, la posición defensiva (encogido, con los hombros hacia adelante y el cuello apretado) no creo que sea muy buena. Y luego están los niños...

¿Los niños? Sí. Si todas las madres, y padres, del mundo temen que sus hijos cojan frío, aquí el asunto es puro pánico. Los bebés salen con un buzo integral que lastra su desarrollo psicomotriz, e incluso los carritos llevan guantes incorporados para el conductor. Ahora hay moda de invierno más cool, pero cuando yo era niño todos llevábamos esos pasamontañas llamados verdugo que no le favorecerían ni a Brad Pitt y además picaban como el demonio.

Los esquimales, parientes vuestros imagino, distinguen decenas de tipos de nieve. ¿Os pasa lo mismo a vosotros con el frío? Veo que te sumas a las gracietas. En fin. Básicamente, yo distinguiría dos tipos de frío: con o sin viento. Cuando sopla "el norte", que es algo que pasa con cierta frecuencia, la cosa se pone fea de verdad. La secuencia es: vas caminando por la calle, giras una esquina y, sin previo aviso, es como si un enjambre de agujas te perforara las sienes. Si aguantas el shock inicial, tienes posibilidades de sobrevivir siempre que adoptes la posición defensiva antes descrita. Si quieres experimentarlo prueba a caminar en día aireado por la Avenida del Cid y gira a Valentín Jalón.

¿Y el otro tipo? Más asumible, incluso puede ser agradable. Cuando en los programas meteorológicos hablan de Burgos se limitan a citar las temperaturas propiciando, imagino, que espectadores de Denia o Benalmádena se apiaden de nosotros. Pero no lo cuentan todo. En los días de invierno burgalés no se alcanzan muchos grados pero, por contra, acostumbran a ser soleados y luminosos. Si no hay viento, es un placer echar la mañana paseando por ahí devorando los rayos. Pero ya te digo, eso lo ocultan.

Saldré tras esos rayos. Y harás bien, pero, siguiendo el tópico, no olvides nunca una 'rebequita'.

Si quiero parecer integrado... No digas que hace frío; a lo sumo fresco.

Nunca, nunca, nunca... Te quejes del frío. No te servirá de nada.