El nuevo Barriles

I.M.L. / Aranda
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En el mes que lleva regentando este tradicional quiosco arandino, Miguel San Juan ha logrado que la vida vuelva a las mesas de madera y ha introducido otra gastronomía

Miguel San Juan está al frente del quiosco del parque El Barriles desde hace algo más de un mes y ha devuelto la vida este paraje junto al río Duero. - Foto: I.M.L.

Un mes y poco más de una semana. Ese es el tiempo que el quiosco del parque El Barriles lleva abierto en una nueva etapa y parece que los arandinos no se han olvidado de la costumbre de bajar a la orilla del río Duero a pasar un rato con la familia y amigos para comer algo y tomar los tradicionales porrones. Un espacio en el que se puede llevar la comida de casa a condición de que las bebidas se consuman del local. El nuevo gerente, Miguel San Juan, ha conseguido que las largas mesas de madera vuelvan a llenarse de clientes, aunque se hayan vuelto más cómodos y prefieran pedir a cocina los alimentos a compartir.

Miguel y su pareja, Francis Olivero, tuvieron el arrojo de estrenarse en el fin de semana del año en el que más gente hay en Aranda: durante el festival Sonorama Ribera. Abrieron el local el 12 de agosto y, desde ese momento, no han parado de trabajar. «La acogida de la gente ha sido muy buena, y esos días la gente aprovechó que aquí había un buen sitio para sentarse a la sombra y descansar un poco, era un goteo continuo desde los almuerzos desde las 11 de la mañana hasta bien entrada la tarde, que luego se iban al recinto a partir de las 19 horas, pero luego venía la gente de Aranda a partir de las 20:30 a cenar, así que hicimos turno doble», explica San Juan en un descanso pero sin dejar de estar pendiente de la barra.

Otra de las sorpresas que se han llevado en este mes largo de apertura es la buena acogida de la gente hacia la comida venezolana, de la que se encarga Francis. «A veces somos un poco cerrados a probar cosas nuevas, pero la gente lo ve en la carta, te pregunta y se animan a probarlo, los tequeños son los que están triunfando, a los niños les encantan», confiesa Miguel San Juan, aunque la cocinera se haya visto agobiada en algunos momentos de mayor demanda. «Ella no es partidaria de tener preparados congelados, le gusta hacerlo todo en el momento, y los tequeños llevan mucho trabajo: hacer la masa, dejarla fermentar, amasarla, estirarla, cortarla, preparar el relleno, enrollarlo uno a uno y freírlo», enumera San Juan los pasos del que se ha desvelado como plato estrella de esta nueva etapa para El Barriles.

Aunque a lo largo de todos estos días no han dejado de trabajar, San Juan sí que ha echado de menos que el Ayuntamiento programase alguna actividad más en este enclave natural. «Han hecho cosas en el parque de La Huerta, que tiene el bar cerrado, y en el de La Isla, que no hay nada, y aquí que está este quiosco municipal no han hecho nada, con el espectáculo de escapismo pasaba la gente y me decía que no se había enterado de que estábamos abiertos», lamenta.

Ahora que regresa la rutina y se asoma el otoño al calendario, Francis y Miguel esperan que la gente siga acudiendo a su local, aunque son conscientes de que si el tiempo empeora bajará y mucho la afluencia de comensales. Las mesas interiores y la previsión de organizar actividades suplirán lo que reste el buen tiempo estival.