A la luz de las candelas

B.D.
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Los llantos y los chupetes regresaron, como cada 2 de febrero, a la Real y Antigua de Gamonal, donde 18 bebés nacidos en el último año participaron junto a sus padres y abuelos en la misa en la que renuevan las promesas del bautismo

Padres, madres, abuelos y hasta bisabuelos se acercaron hasta el altar con sus pequeños en brazos. - Foto: Jesús J. Matías

Para Margarita Castell e Inmaculada Tejero, dos animadas bisabuelas de 90 y 77 años de edad, el de este jueves era un día muy especial. No en vano, su primer biznieto, Alonso, de 5 meses, era uno de los 18 bebés participantes en la Misa de la Luz. «Es una tradición muy bonita», reconocía Inmaculada, vecina de Gamonal y 'causante' de que su nieta María llevara al pequeño hasta la iglesia de la Real y Antigua de Gamonal en el día de las Candelas. Algo que la joven mamá hizo encantada porque este templo es un lugar muy especial para ella y del que guarda muchos recuerdos. «Siempre venía con mi abuelo», confesaba con un gesto de emoción. 

Cerca de ellas, Saúl, en brazos de su papá, no perdía detalle. Con sus hermosos ojos, dos luceros, buscaba a sus abuelos, sentados dos filas más atrás. Siempre sonriente, no derrochó ni una sola lágrima durante los casi 45 minutos que se prolongó la ceremonia. Sí dejaron escapar algún llanto apenas dos o tres bebés, pero los chupetes e incluso un biberón de leche a tiempo actuaron rápidamente como el mejor de los bálsamos, dejando que la misa se desarrollara con normalidad. La alegría de los progenitores y de los abuelos, que no pararon de hacer carantoñas a sus pequeños, fue la tónica de un acto litúrgico que supone la presentación en el templo de los niños y niñas bautizados durante los últimos doce meses como, según la Biblia, hicieron con Jesús cuando era niño.

El nuevo párroco de la Real y Antigua, Jesús Castilla, se encargaba de dar la bienvenida a los participantes y recordaba la simbología de esta celebración «tan bonita», y que guarda medio siglo de historia. Su estreno en esta ceremonia hizo que quizá fuera más especial porque la vivió con gestos de cercanía y empatía hacia los presentes. «Esta mañana, con este acto, le pedimos a María que nos ayude a que desaparezcan las sombras de nuestra vida», dijo. Tras las lecturas, el sacerdote se dirigía a los fieles para recordar que la Virgen de Las Candelas es también la Virgen de la Luz y de la Purificación. «Qué bien se está en el seno de la madre y en el de la familia», continuó para recordar que el bautismo supone introducir a los niños en el seno de la Iglesia y «sois los padres y los abuelos los encargados de que se sientan orgullosos de su familia física y de la Iglesia».

En primera fila, María Ángeles, acompañada de su hija y de su nieto Hugo, no ocultaba el sentimiento de felicidad que la embargaba. «Me casé aquí y a mis dos hijas las traje a la Misa de la Luz en su momento y ahora lo he hecho con mi nieto», explicaba orgullosa. 

Con el encendido de las candelas llegó uno de los momentos más emotivos de la mañana. «Es un gesto que hacemos el día del bautismo y que hoy nos recuerda el compromiso que tenéis con vuestros hijos, ser luz para ellos y animarles a continuar en la fe», explicó Jesús Castilla, mientras los asistentes se pasaban la llama de vela en vela. Tras las palabras del párroco, padres, madres y abuelos se acercaron hasta el altar con sus pequeños en brazos para inclinarse ante la pila bautismal, adornada con flores de plástico. Los bebés recibieron la bendición del sacerdote en un acto de «agradecimiento a Dios y como recuerdo del bautismo recibido».

La misa se cerró con  las familias en círculo acercándose a la imagen de la Virgen de las Candelas y alzando a los bebés en brazos mientras los asistentes le dedicaban un canto cargado de devoción.