"La principal pugna entre China y EEUU es tecnológica"

B.G.R.
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Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Barcelona, ocupó distintas carteras y la portavocía del Gobierno con José María Aznar. Fue presidente de Vueling y actualmente es consejero de empresas como SEAT, Abengoa o Amadeus

Josep Piqué, exministro de Exteriores, Energía y Ciencia. - Foto: Jesús J. Matías

Su presencia en Burgos responde a la apertura del curso que la Fundación One Asia y la UBU celebran en el campus hasta abril. Ayer impartió su conferencia inaugural, donde destacó el papel de este continente en el mundo y el hecho de que "estamos ante una fase que podemos calificar de mundo postoccidental". Antes de su intervención, aborda en esta entrevista no solo esa relevancia, sino también otros temas de actualidad tanto nacionales como de ámbito internacional.

En un escenario universitario como el que está, países como Francia o Alemania forman a sus alumnos para que sean líderes de las relaciones con Asia. ¿Por qué no ocurre esto en España?
Yo creo que por tradición histórica. España ha estado lejos de Asia porque siempre hemos mirado primero al Mediterráneo y luego al Atlántico, por eso tenemos la influencia que tenemos en América Latina. En el caso de Asia y a diferencia de Portugal, Países Bajos, Francia o Reino Unido, nuestra presencia se ha limitado a Filipinas, que es una presencia muy importante, pero nunca hemos orientado nuestra mirada hacia el Índico o el Pacífico.

Cada vez son más los estudiantes asiáticos, principalmente procedentes de China, los que vienen a estudiar aquí. ¿De qué manera puede influir esto en el futuro?
Mucho, nos interesa mucho ese tipo de intercambio. Nos interesa también que nuestros estudiantes vayan allí, pero también a Japón, Corea, al sudeste asiático, que va a ser una de las áreas más estratégicas del mundo en los próximos años. De alguna manera, es ahí donde se libra la pugna por la hegemonía dentro del propio continente. Le digo solo un dato; en España casi nadie sabe apenas nada de Indonesia, pues debemos conocer que en apenas una generación tendrá un PIB superior al de Alemania. 

China está de actualidad con la crisis sanitaria del coronavirus. ¿Cómo puede afectar esta situación a las relaciones con Occidente?
Todavía no sabemos cuál va a ser la evolución. Creo que el pico lo vamos a ver la semana que viene o la primera de marzo. A partir de ahí, va a decrecer rápidamente y eso refuerza a los que opinan, y me encuentro entre ellos, que vamos a asistir a una especie de evolución en ‘V’. Es decir, ahora se está produciendo una caída de los intercambios y de los movimientos de personas, pero una vez que se supere esa situación creo que vamos a ver una recuperación muy rápida. Otra cosa es la reflexión que tienen que hacer las propias autoridades chinas respecto a cómo han reaccionado a la aparición del coronavirus porque eso refleja que hay déficits desde el punto de vista político y social muy importantes

¿Cómo ve la guerra comercial entre Estados Unidos y el gigante asiático a pesar de la tregua en los aranceles que se han dado?
Es algo realmente muy relevante. Ahora estamos ante una tregua que va a durar hasta las elecciones americanas de noviembre. Después ya se verá, pero hay que tener en cuenta una cosa. La principal pugna entre Estados Unidos y China no es comercial, la principal pugna es tecnológica. Lo que está en juego es quién va a dominar las nuevas tecnologías derivadas de la revolución digital y hablo de la inteligencia artificial, del 5G o el internet de las cosas, y en eso China está tomando la delantera.

¿Y qué está haciendo Europa?
De momento, como ha dicho Josep Borrell, lamentarnos y expresar nuestra preocupación, pero tenemos que ir bastante más allá. Si Europa no profundiza en su integración como proyecto político, seremos cada vez menos relevantes. El gran riesgo que corre es el de convertirse en un maravilloso parque temático. Nadie nos va a superar en nuestras Catedrales o en la calidad de nuestros museos y paisajes, pero las decisiones no se van a tomar en Bruselas, Berlín o París, sino en Washington, en Pekín o en Moscú.

El Brexit es un hecho. ¿Cuáles serán las consecuencias a largo plazo?
Va a depender del tipo de relación que se establezca. Ahora hemos decidido los términos de la separación, pero hay que pactar los del divorcio. Todo apunta a que va a ser más próximo a un Brexit duro que blando. La relación con el Reino Unido va a ser más cercana a la que tenemos con Canadá que a la que tenemos con Suiza o con Noruega, y eso creo que es malo para todos, pero particularmente para ellos. El principal problema no será tanto el económico, sino el político. Para Europa la pérdida del Reino Unido es muy relevante, pero quién va a echar de menos Europa es el Reino Unido porque su influencia global disminuirá enormemente. 

Entrando en el panorama nacional, el Gobierno central aprobó el martes la tasa Google y la tasa Robin para transacciones económicas cuando otros países lo han retrasado.
Esa aprobación por parte del Gobierno español también tiene sus matices. Lo más razonable en estos temas es mantener una posición común con el resto de Europa. La propia Francia ha decidido posponer su aplicación. Todo lo que signifique gravar las transacciones acaba teniendo impacto negativo, sobre todo si se gravan en un sitio y no en otro porque la gente va allá donde se le hace la vida más fácil. En cuanto a la tasa Google, hay un hecho muy relevante, que es que las grandes empresas tecnológicas no pagan impuestos y deben pagarlos. El problema está en que, de nuevo, no puedes adoptar una decisión así de forma unilateral porque provocas distorsiones y se irán mañana mismo donde pagan menos. Esos efectos hay que tenerlos siempre muy presentes porque si no, nos vamos a equivocar. En materia fiscal no valen las improvisaciones y hay que ser muy prudente.

¿Qué opina de la postura del Gobierno sobre Venezuela y el encuentro del ministro José Luis Ábalos con la vicepresidenta del Gobierno de Maduro?
Los que hemos sido ministros de  Exteriores solemos decir que no opinamos de la política exterior de nuestro país. Sí que puedo comentar que en política exterior es muy importante mantener los consensos básicos y la coherencia. Todo lo que rompa eso debilita también la política exterior. 

¿Fue un error?
No sabemos a qué respondía esa reunión, todavía. Lo que sí desconcierta es que nos han dado ya cinco o seis versiones.  

Ocupó también la cartera de Industria y Energía, ¿qué le parece la creación de un Ministerio para la Transición Ecológica?
Los temas medioambientales y ligados a los efectos del cambio climático son cada vez más importantes. Pero de nuevo, hay que hacer las cosas bien y con prudencia, teniendo en cuenta qué es lo que hacen los países del entorno y desarrollando apuestas que sean viables y no castiguen la productividad. No es fácil. Que haya un ministerio dedicado a eso me parece bien, pero también que escuche a los sectores económicos, sociales y a otros miembros del Gobierno, como la ministra de Industria o el de Ciencia, que tienen mucho que decir al respecto.

En esos sectores económicos a los que se refiere, la automoción tiene mucho peso.
Sin ninguna duda. La automoción está frente a desafíos descomunales, uno de ellos el medioambiental. La apuesta por el coche eléctrico  me parece absolutamente irreversible y, al mismo tiempo, tiene que hacer frente a un cambio en las características y la naturaleza de la demanda. Los consumidores jóvenes no piden productos, sino servicios, conectividad y movilidad. El grado de uso de un coche particular, de promedio, es del 5% de nuestro tiempo y ese es un enorme despilfarro. Los coches también hay que compartirlos.

¿Cómo avanzar en ese camino minimizando los costes?
Buscando acuerdos entre el sector público y el privado y poniendo en común intereses y necesidades. Nos equivocaríamos si se hicieran las cosas solo desde arriba.