Juzgarán a un sacerdote por agresión sexual a una ribereña

I.M.L.
-

Los hechos se sucedieron entre julio y noviembre de 2018, cuando el procesado abordó presuntamente a la víctima en su trabajo, la retuvo por la fuerza y la besó y manoseó hasta eyacular encima de ella

Fachada de los juzgados de Aranda de Duero, donde se ha instruido la denuncia de la mujer. - Foto: Luis López Araico

Un sacerdote de la Diócesis de Alcalá de Henares será juzgado en Burgos como presunto autor de dos agresiones sexuales a una mujer ribereña. El Juzgado de Instrucción número 1 de Aranda de Duero ha instruido la causa por los delitos de agresión sexual, coacciones y amenazas contra la víctima, que una vez rechazado el recurso del encausado contra su auto de procesamiento se encuentra a la espera de juicio.

El inicio de los hechos denunciados se remonta a 2017, cuando la víctima y el sacerdote comenzaron una amistad «ya que coincidieron en diferentes celebraciones religiosas, como en julio de 2017 en la renovación carismática católica en Madrid, en octubre de ese mismo año en la celebración de Holywins», según se relatan los hechos en el proceso, llegando a intercambiar sus números de teléfono e iniciar una comunicación fluida a través de una aplicación. En las conversaciones, el sacerdote procesado tenía por costumbre referirse a ella como «la llamada» o «la elegida», manteniendo una actitud que le hacía sentirse incómoda, sobre todo desde que el investigado confesase que «se tocaba y masturbaba con la fotografía que tenía de ellos juntos que se habían hecho en una de las celebraciones».
A finales de julio de 2018, la víctima accedió a quedar con el sacerdote «tras la insistencia del investigado», dieron un paseo y se sentaron en un banco en la parte trasera de la ermita de San Antón. Fue en ese momento cuando «el investigado empezó a coger las manos de la denunciante, besarlas, mientras le decía que le encantaban sus pies, que quería pasar el día y la noche con ella», por lo que la mujer se levantó para irse y él se lo impidió, «la empujó contra la pared de la ermita e intentó besarla, pero como ella apartaba la cara, la agarró del pelo haciéndole daño y diciéndole que no se moviera, mientras la intentaba tocar por todas las partes del cuerpo, besarla y lamerla».

(La información completa, en la edición impresa de Diario de Burgos)