Ilia Galán

LA OTRA MIRADA

Ilia Galán

Poeta y filósofo


Duchas abucheadas

23/02/2023

Osado individuo, con barba y pelo en pecho, entró en las duchas de las damas y mientras las contemplaba, lascivo, se iba desvistiendo mostrando sus atributos masculinos y, además, ¡con qué brío! Había declarado sentirse mujer y eso bastó para hollar la intimidad femenina que, entre gritos, cubriéndose los encantos, miraban asustadas. Parecía un caradura, ya que su masculinidad era evidente, alzándose amenazante, pese a sus declaraciones. La ley le protegía, ¿y a ellas? Entonces comenzaron a abuchearle y a increparle, todas unidas para, al final, como beligerantes amazonas, lograr abochornarle hasta salir sin ganas de intentarlo de nuevo... O en otro horario con menos usuarias, o solo cuando fueran las vergonzosas muchachitas adolescentes...
Una guerra mundial nos amenaza, muchas familias apenas pueden calentar sus hogares invernales y se alimentan con dificultad, pero nuestro gobierno se dedica a promover las leyes estúpidas sin consultar a expertos que la degeneración occidental está demostrando erradas. En Escocia dimitió la primera ministra por haber permitido entrar a un violador reconocido en una cárcel de mujeres, aseverando sentirse hembra. Un caso más en el Reino Unido o Estados Unidos, donde la unidad se está rompiendo por tanta imbecilidad. Varios países, «adelantados» han retrocedido cambiando la ley (Francia, Finlandia, Suecia, Reino Unido, Suiza...). Que solo con dieciséis años, cuando la pubertad sigue alborotando el cuerpo, se pueda decidir sin diagnóstico médico cambiar de sexo es una barbaridad. Todavía no se tiene madurez para votar, según la ley, pero sí para iniciar subvencionadas amputaciones o una transformación hormonal. El joven ha de pedir permiso para ir de excursión y obedecer a la hora de volver a casa, pero no para transformar su cuerpo de un modo transcendental. Desde los doce, con autorización judicial; desde los catorce, con permiso de los padres, y de Pepe a Pepita uno puede pasar aunque mantenga la colita, que la biología parece no importar, solo lo que uno quiera ser.  Sin embargo, esto solo vale para el sexo, pues yo, aunque me creo emperador o rey, la corona no me la han de dar... En los manicomios era común hallar a quienes se creían Napoleón o rey, pero «lo que importa no es lo que uno es sino lo que imagina y quiere ser.»
 Bastará pedir que cambien de nombre y sexo en el registro civil para que por ley sean tratados como desean aunque su cuerpo lo desmienta, sin documento alguno. Además, la decisión podrá ser reversible... Veremos cuántos se aprovechan de esto para fines quizás funestos. En el caso de algunos muchachos, si ya fueron al quirófano o comenzaron a hormonarse, podrá ser el origen de la gran tragedia de sus vidas, pues no será fácil volver atrás. Ya hay demasiados arrepentidos y suicidios por estos motivos... Recién parida, esta ley merece abucheos, hasta que la reformen.