Más que una Policía en Melgar

R.E. MAESTRO
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La labor de Ana de Lucas trasciende la de su cargo de vigilante municipal. Se vuelca con sus vecinos, lo que le ha valido la Medalla de Oro de la Junta

Por su encomiable labor durante la pandemia, la policía Ana de Lucas ha recibido la Medalla de Oro de la Junta. - Foto: Valdivielso

Hace 32 años comenzaba su andadura como vigilante municipal de Melgar de Fernamental con una infinidad de obstáculos que ha  superado con nota. En aquella época resultaba complicado ver a una mujer en el puesto  y más difícil aún se antojaba para muchos acostumbrarse a tener a una vecina de toda la vida como autoridad. «Al principio me costó que me respetara la gente, pero al final creo que lo he conseguido», asegura Ana de Lucas González, que se ha mantenido siempre firme y ahora se muestra «orgullosísima» de la Medalla de Oro que le ha otorgado la Junta de Castilla y León por su «encomiable» labor durante la pandemia.

Vivió con una enorme tensión los peores meses de la crisis sanitaria, pero su esfuerzo ha merecido la pena. El confinamiento obligó a los vecinos a permanecer en casa para protegerse del virus, pero Ana tenía que acudir a la oficina y dar la cara en la calle. Se encargó del reparto de mascarillas a través de la ventanilla y también tuvo que poner orden al encontrarse con vecinos que iban a por el pan tres veces al día como única disculpa para salir del encierro. «Pero dónde va usted otra vez, si ya lo ha comprado antes», les decía ella, una y otra vez. Prefiere actuar llamando la atención a quien hace algo mal y asume que multas ha puesto «muy poquitas».

Se hace respetar a base de avisos y un tono amigable. «Resulta difícil denunciar a un vecino, me gusta más llamar la atención y decirle 'esto no lo puedes hacer, procura evitarlo' y suelen hacerme caso», asegura. Cree que se deben explicar las razones por las que no están actuando correctamente e intenta ofrecer la mejor solución. En plena pandemia, con restricciones de todos los colores y en pleno reinado del desconocimiento, no le quedó más remedio que enseñar y educar.

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