Ángel Ibáñez: "La medida no es discriminatoria para Burgos"

I.E.-H.J.
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El consejero de Presidencia asegura que las decisiones de la Junta se guían "por criterios científicos" exclusivamente. "Eso nos hace tener la conciencia tranquila"

Ángel Ibáñez, consejero de Presidencia de la Junta de Castilla y León. - Foto: Valdivielso

Exconcejal del Ayuntamiento de Burgos, vicealcalde y presidente de las Cortes regionales, al ahora consejero de Presidencia le toca engrasar la maquinaria autonómica. Ante la polémica, lidia con las críticas que llegan especialmente desde su tierra natal recurriendo al manual del político experimentado, con un discurso que le permite vadear hasta las aguas más turbulentas. Las medidas que ha tomado la Junta de Castilla y León para luchar contra la tercera ola de la pandemia han sido muy cuestionadas en Burgos: cuando es la provincia con mejor situación de la Comunidad se le aplican las mismas medidas que al resto, mientras que durante la segunda ola, cuando fue la peor, otras pudieron librarse de algunas restricciones.

¿Entiende esa queja contra la diferencia de trato?

Lo entiendo perfectamente. Y probablemente si no tuviera la información de la que disponemos en el Consejo de Gobierno y que nos facilita el Comité de Expertos mi sensación probablemente sería la misma. Los primeros días de enero esos expertos nos indican que la tercera ola vendrá con una virulencia que puede asemejarse a la primera, con una curva que no es una pendiente sostenida sino que puede ser una pared. Y eso significa que tenemos que actualizar nuestra forma de tomar decisiones. Prevén además que será una situación que va a incidir en toda la Comunidad y nos piden que tomemos decisiones globales. Eso es lo que motiva tomar decisiones con anticipación, tratar de bloquear el avance del virus. La medida en ningún caso es discriminatoria para Burgos, y podremos evaluar cuando acabe esta tercera ola su bondad, pese a que era difícil y que no todo el mundo entiende.

Si ahora estamos haciendo lo correcto, ¿por qué se levantaron las restricciones en Navidad?

No quiero que quede ese mensaje en el imaginario colectivo. En Navidad lo único que se hizo fue ampliar los grupos de 6 a 10 en cuatro días concretos y extender el toque de queda hasta la 1,30 en cuatro días concretos, siendo conscientes de que eran fechas propicias para el encuentro con familiares. No hubo una relajación global de las medidas.
Se abrió el interior de los bares y se levantó el cierre perimetral de la Comunidad, con la consecuencia que eso tiene en la llegada de visitantes de Madrid o del País Vasco.
Castilla y León es una tierra en la que mucha gente ha emigrado, así que si permitimos grupos familiares es para que la gente pueda venir.
Sabíamos lo que suponía eso...

No hemos hecho más que ninguna otra Comunidad. Hemos sido de las más restrictivas y aún así parece que se nos está reprochando. En su día se nos pedían medidas más abiertas. Es complicado, nos enfrentamos a decisiones diarias o semanales en un escenario muy cambiante.

¿Fue porque, como dijo la consejera de Sanidad en una entrevista en CyL TV, «si no abrimos nos matan»?

Todas las decisiones que toma el Consejo de Gobierno han sido previamente avaladas por el Comité de Expertos. Nosotros no nos levantamos un día y nos ponemos a tomar decisiones arbitrariamente, existe un equipo de profesionales que  nos indican una u otra medida. Eso nos hace tener la conciencia de que estamos haciendo lo correcto. A la hora de plantear alternativas tenemos en cuenta todos los condicionantes, pero el que prima, y eso lo ha indicado en muchas ocasiones el presidente Mañueco, es la protección de la vida y la salud de los castellanos y leoneses.
¿Por qué abrieron el pulso político contra el Gobierno central por el toque de queda a las 20 horas?

Castilla y León ha sido una Comunidad que ha reclamado que se nos pusieran a disposición mecanismos jurídicos para poder tomar las decisiones que creyéramos oportunas. Todas esas llamadas han caído en saco roto, y ante la incidencia brutal que está teniendo esta tercera ola vimos oportuno tratar de cortar por todos los medios la movilidad, la actividad y el contacto. Y viendo las herramientas que teníamos en nuestra mano encontramos que jurídicamente cabía la posibilidad de «modular», como así dice el decreto del Estado de Alarma, el horario del toque de queda. No es un pulso contra nadie, sino a favor de interrumpir la transmisión del virus.
Otras comunidades también quieren el confinamiento a las 20 horas y no han echado ese pulso. Andalucía, por ejemplo.

(La entrevista completa, en la edición dominical de Diario de Burgos)