Una obra de piedra con vida propia

I.L.H.
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Del futuro hablan las actuaciones que han mejorado la estancia y visita -como climatización o baños-, los espacios incorporados o los hallazgos. Y lo pendiente: el sepulcro de la capilla de Santa Ana, las vidrieras de los Condestables o los tapices

Pilar Alonso, experta en vitrales, sujeta una de las piezas de la capilla de los Condestables. - Foto: Valdivielso

La Catedral siempre estará en obras. Aunque la restauración de los bienes más apremiantes esté prácticamente concluida, el templo necesitará arreglos y mantenimiento continuo como obra viva que es, aunque esté hecha de piedra. Las intervenciones han mejorado la visita y la estancia (ahí están los baños tan demandados o la climatización) y han añadidos espacios antes fuera de uso, como la sala de exposiciones Valentín Palencia, las criptas que acogen el área de interpretación o el antes almacén que hoy es parte de la tienda de recuerdos. Y además ofrecen datos a veces desconocidos que pueden apuntar a otros, haciendo que su historia de 8 siglos siga creciendo. 

Ha ocurrido, por ejemplo, con la policromía de Diego de la Cruz, del siglo XV, que apareció al restaurar el retablo de la capilla de Santa Ana. Se sabía que el pintor había trabajado en esa obra, pero hasta que no se restauró se ignoraba si había perdurado porque estaba oculta por la policromía que realizó en el siglo XIX Antonio Lanzuela. 

Y desconocida era la existencia de una pintura al temple de un san Cristóbal de ocho metros de alto de mediados del siglo XIV que se descubrió en el transepto sur, bajo el crucero de la puerta del Sarmental en la zona en la que ahora están las taquillas de acceso. Estuvo policromada, pero solo se conserva su trazo esgrafiado que se repasó a carboncillo cuando apareció. Salió a la luz en la restauración, al limpiar la pared en ese momento enyesada y sucia.

Estos hallazgos y la habilitación de baños o taquillas para los visitantes hablan del futuro de la Catedral. Yen el horizonte están también las obras de restauración aún están pendientes, aunque insistimos en que las obras en la Catedral nunca terminarán. Para la que ya tienen referenciadas hacen faltan unos tres millones de euros y mecenas que apoyen los proyectos.

Sepulcro de Díaz de Fuentepelayo 
El tipo de piedra y las humedades por filtración que asume el templo por el desnivel que existe entre la calle Fernán González y el interior de la Catedral han dañado el sepulcro del arcediano Fernando Díaz de Fuentepelayo, de finales del siglo XV, tallado en la capilla de Santa Ana (junto a Santa Tecla). Esculpido con la misma piedra de Briviesca que el trasaltar de Vigarny, comparte el mal que hace que se deshaga en lascas y polvo.

Para frenar el deterioro se necesitará la misma intervención que en la girola con los relieves del escultor borgoñés, es decir, desmontar la tumba, sanear la parte trasera colocando, quizá, una cámara de aire y, una vez desaladas y restauradas las piezas por procedimientos como la luz ultravioleta, volverlas a colocar en su sitio.

Para este proyecto el Cabildo está a la espera de encontrar mecenas, fase previa a presentarlo para su aprobación por la Dirección General de Patrimonio de la Junta.

Otra tumba que necesita intervención es la de Alonso de Cartagena en la capilla de la Visitación. En este caso hablamos de un sepulcro exento en el centro de la capilla realizado por Juan de Colonia antes de la muerte del obispo, hacia 1450. La estatua yacente, en cambio, fue ejecutada por Gil de Siloé 40 años más tarde por encargo del obispo Luis de Acuña. Toda ella es un bello bordado de alabastro. En este caso no se ha presupuestado, a la espera de buscar fondos.

La luz de los vitrales
Arnao de Flandes, el mismo que firma la vidriera que sirve de imagen a la actual exposición de Las Edades, es el autor de los vitrales de la capilla de los Condestables. El oratorio tiene 14 ventanales en doble altura que sufrieron sobre todo con la voladura del Castillo por los franceses en 1813. Se perdieron entonces más de la mitad. El resto fue protegido en dos intervenciones, pero la humedad seguía haciendo de las suyas, así que en 2015 se desmontaron, se catalogaron y se almacenaron a la espera de su restauración, mientras en su lugar se colocaron réplicas. Se custodian desde entonces en el sótano de la sacristía, bajo el retablo central de la capilla de los Condestables.

Los trabajos de rehabilitación están presupuestados en medio millón de euros (536.000 euros exactamente)y el Cabildo para sufragarlo lo presentó el año pasado al Ministerio de Transporte, Movilidad y Agenda Urbana (anterior Fomento) con la intención de optar al 1,5% Cultural. De momento no han recibido respuesta oficial.

Excepcionales telares
La Catedral posee una colección de 63 tapices flamencos, de los que están restaurados de forma íntegra siete de la serie Las Virtudes que recuperó entre 1999 y 2001 la restauradora Pepa Garrido. Tres más pasaron por el taller para una exposición de Las Edades del Hombre en Cuéllar y Valladolid y otros dos se están restaurando ahora mismo con la colaboración de la Fundación VIIICentenario. El estudio de Pepa Garrido está actuando en La crucifixión y las virtudes ganan la batalla a los vicios y Resurrección y descenso a los infiernos, ambos tejidos en lana y seda en el siglo XVI. La limpieza de estos dos paños tiene un coste de 80.000 euros.

El resto de tapices están guardados en la capilla de Santa Ana y el Museo. Estamos hablando de medio centenar y su coste está sin calcular. Si extrapolamos la estimación de los dos paños que ahora mismo están en proceso (40.000 por cada uno), restaurar medio millar elevaría a dos millones el presupuesto, aunque dependerá del estado de cada pieza.

Pellejería
Por último, o quizá lo primero a lo que se pueden enfrentar porque ya está presupuestado, es a intervenir en el pavimento y las humedades del patio de Pellejería (en la parte trasera del templo Patrimonio de la Humanidad), para lo que se necesita una inversión de 90.000 euros. Como muy pronto se acometerá en 2022.