Trabajos que rompen barreras

Álvar Sáenz
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Nicolás Rodríguez tiene 30 años y es sordo. El Ayuntamiento le ha contratado como monitor infantil para las actividades que se desarrollan este verano en el centro cívico de San Agustín

Compagina este empleo de seis meses de duración con la preparación de las oposiciones para profesor de Historia. - Foto: Miguel Ángel Valdivielso

Entretener a los más pequeños en verano no es una tarea fácil especialmente en la ciudad y con las dificultades que a las que obliga el hecho de llevar mascarilla y guardar las distancias de seguridad para evitar contagios por coronavirus pero la simpatía de Nicolás Rodríguez y su formación como profesor de Historia logran cada día este objetivo en el centro cívico de San Agustín.

El Ayuntamiento contrató a este joven de 30 años el 1 de julio por un periodo de seis meses como monitor infantil y ahora trabaja en el programa de verano que oferta actividades y talleres para menores de 3 a 15 años. Hasta aquí todo normal pero lo que hace especial a Nicolás es que es sordo. Sin embargo, esta discapacidad invisible, como se la conoce, no ha sido ningún impedimento para conectar rápidamente con los pequeños a pesar de que, a  las habituales barreras de comunicación que logra superar, se ha añadido otra, la mascarilla.  

Reconoce que al principio fue complicado pero los pequeños son «una caja de sorpresas» y entendieron mejor que los adultos su discapacidad auditiva. «Se lo explicamos y lo entendieron. Cuando me quieren decir algo guardan las distancias, se bajan un poco la mascarilla y me dicen lo que me quieren decir. Me sorprenden y vengo encantado a trabajar», aseguró. 

Y es que las personas sordas se  comunican gracias a la lectura de los labios y la mascarilla se ha convertido en un impedimento. «Intento aportar alternativas para que no existan barreras ni con los pequeños ni con los compañeros de trabajo».

Este joven estudió el Grado de Historia y Patrimonio en la Universidad de Cádiz y el Máster de Profesorado en la UBU, de ahí que le haya sido más fácil llevar a cabo el programa de verano de los cívicos, que tiene como tema central es ‘Un viaje por la historia’. Él se ha encargado de ambientar las aulas recreando cómo vivían nuestros antepasados. «Estuve trabajando en Atapuerca e intento adaptar para ellos los que conozco. Es importante dar a conocer nuestra cultura».

 De momento tiene trabajo durante seis meses, que compagina con la preparación de las oposiciones para profesor. «Este trabajo aumenta mi experiencia profesional y me gustaría seguir ayudando a la comunidad sorda a la hora de concienciar a la población a romper barreras. Podemos aportar mucho a la sociedad».

En un momento en el que hay dificultades para encontrar empleo, las personas sordas lo tienen todavía más difícil, especialmente las que solo se comunican por lengua de signos. «En mi caso toda dificultad supone un reto y se trata de superar ese reto. Todos podemos llegar a más».

De ahí que valore el esfuerzo que hace el Ayuntamiento para contratar a personas con discapacidad. «Es importante sentirse valorado y apreciado por la sociedad y colaborar en un mundo mejor».  

Por su parte, Celia de la Rosa, técnico de empleo de Aransbur subraya la importancia de este tipo de convenios para favorecer el acceso al mercado laboral. «Tenemos reuniones semanales, en este caso con la coordinadora del centro cívico y los técnicos de empleo municipales para que la comunicación no sea un problema».

La concejala de Servicios Sociales, Sonia Rodríguez, destaca la importancia de este programa para que las personas que más dificultades tienen puedan tener empleo y la importancia de que una institución como el Ayuntamiento «visibilice el potencial que tienen».