El Banco de Alimentos se implica en un proyecto de reciclaje

ANGÉLICA GONZÁLEZ
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La entidad amplía sus funciones y se alía con la Fundación Lesmes en una iniciativa que se propone apostar por la economía circular y que abrirá antes de fin de año una tienda de segunda mano

Marga Borja posa en su puesto de trabajo. - Foto: Luis López Araico

El Banco de Alimentos de Burgos, que desde sus orígenes ha apostado por «el reciclaje de productos», como explica su presidente Julián Martínez Pantoja, acaba de dar un paso más desde sus funciones puramente asistenciales (abastecer de productos básicos a entidades sociales que después los reparten entre personas que los necesitan) y se ha implicado en un proyecto de economía circular de reciclaje de enseres y electrodomésticos que  da empleo ya a seis jóvenes en riesgo de exclusión y que tiene en el punto de mira abrir antes de fin de año una tienda de segunda mano.

«La nuestra no es tanto una institución de caridad como una institución que reasigna los recursos alimenticios en una auténtica economía circular y que canaliza la solidaridad no solo con campañas nacionales como la denominada 'la gran recogida', que se ha celebrado estos días, sino con otras provincias a las que abastecemos porque tienen más necesidades que aquí, para que el desperdicio que se produzca sea mínimo», añade Martínez Pantoja. Con esta filosofía y un empujón en su liquidez gracias a varios legados y herencias, la junta directiva del Banco se propuso buscar una entidad del tercer sector con recorrido y experiencia para apoyarle en una iniciativa de inclusión, y la encontró en la Fundación Lesmes.

«El Banco de Alimentos tiene su eficacia a la hora de facilitar productos a personas que tienen una necesidad puntual pero, al final, si no actuamos en su cualificación y en ayudarles a integrarse y a resolver sus problemas y dificultades -y me refiero a familias desestructuradas, inmigración, adicciones, discapacidad...- es muy difícil que salgan adelante», reflexiona Martínez Pantoja. Y como estos son, precisamente, colectivos que conoce bien la Fundación todo fue rodado. 

Marga Borja posa en su puesto de trabajo. Marga Borja posa en su puesto de trabajo. - Foto: Luis López Araico

Con esas herencias se han comprado un par de naves en el Polígono de Villalonquéjar. Una de ellas, que no estaba en las mejores condiciones, se rehabilitó con un programa de escuela-taller del Ecyl y un apoyo económico de la Fundación La Caixa y allí desde el pasado mes de junio seis veinteañeros trabajan a las órdenes de un responsable desguazando muebles inservibles, separando sus partes para reciclar y recuperando los que reúnen condiciones para tener una segunda vida, cuyo destino final será un local en la calle Andrés Martínez Zatorre que también se ha rehabilitado para ubicar un comercio de aire vintage que abrirá por las tardes y los sábados y donde se encontrará desde electrodomésticos de segunda mano hasta libros, ropa e incluso productos de otras entidades del tercer sector e incluso de pequeños artesanos locales: «Está todo por definir, ahora es como un folio en blanco, iremos viendo y desde luego vamos a intentarlo», afirma el director de la Fundación Lesmes, Miguel Santos. En la segunda nave se hará otra reforma ya que acaba de serle aprobado a la Fundación un nuevo programa de escuela-taller del Ecyl.

Continuidad. Se trata de un trabajo que da continuidad a lo que la Lesmes hace con los puntos limpios municipales, que gestiona con una empresa de inserción desde 2001, GRM, y a los que el año pasado se sumó el punto limpio móvil. «Nosotros -indica Santos- le propusimos al Banco de Alimentos ampliar esta actividad y ellos nos respondieron positivamente. Esto no es nuevo para la Fundación Lesmes porque hace tiempo que hacemos recogida selectiva de ropa, papel y cartón y últimamente habíamos empezado con pequeños electrodomésticos porque hemos visto que en los puntos limpios hay mucha cantidad de enseres voluminosos que terminan en el vertedero porque no se hace nada con ellos y esto supone un coste enorme no solo económico -el transporte y las tasas cuestan muchísimo- sino desde el punto de vista medioambiental».

Cuando todas las piezas de los enseres se separan porque no tienen posibilidad de tener una segunda vida, los residuos  se canalizan a través de gestores autorizados vendiendo, por ejemplo, la madera a una fábrica de pellet «y así sacamos una pequeña rentabilidad, ya que el proyecto no es viable sin el apoyo de la Administración que, a su vez, ahorra mucho dinero y cumple con las normativas medioambientales», precisa Santos. En este sentido, cuenta, el Ayuntamiento va a aportar 45.000 euros anuales a través de un incremento del contrato de los puntos limpios. 

«Este proyecto lo tiene todo: rehabilitación, recuperación y sostenibilidad y una parte importante de alianza entre entidades porque ninguna de las dos lo hubiéramos podido sacar adelante en soledad pero juntos sí, y esto es un valor añadido enorme y que en el tercer sector, por desgracia, se da pocas veces», remarca Miguel Santos. Por su parte, Julián Martínez Pantoja manifiesta que si se fijaron en la Fundación Lesmes fue, además de por su experiencia en el campo de los colectivos sociales más desfavorecidos, por su apuesta siempre por la colaboración entre entidades públicas y privadas: «Esto es algo que facilita los proyectos, necesitamos que ambas colaboren pues es la manera de que los problemas lleguen a buen puerto y se evolucione no solo desde el punto de vista de las personas a las que se ayuda sino desde el punto de vista económico».