El número de personas que viven solas no deja de crecer

Angélica González
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Entre 2011 y 2020 se han incrementado en casi 5.000 los hogares unipersonales, según los datos del INE. El año pasado suponían ya casi el 13% de la población

Teresa Díez, en Barrios de Muñó. - Foto: Alberto Rodrigo

Lo dice el Instituto Nacional de Estadística (INE): En el año 2020 nada menos que 46.200 personas en Burgos vivían solas. Se trata, prácticamente, del 13% de la población (el 12,91 por mor de la exactitud) y una cifra que no ha parado de crecer desde el principio de la década. Así, en el último Censo de Población y Viviendas publicado por el INE en 2011 (a lo largo de 2021 se  han recogido datos para actualizarlo), los 'solitarios' eran 41.562 y suponían el 11,16 por ciento de la población en aquel momento. Ahora, el porcentaje sobre el número de habitantes ha crecido casi cinco puntos y son 5.000 los hogares unipersonales en toda la geografía burgalesa.

A la espera de los datos que arroje el censo de 2021 -en el que se lleva trabajando todo este año, como decimos, con recopilación de información sobre personas, hogares, viviendas y edificios- el perfil de las personas  que vivían solas hace diez años era una fotografía bastante exacta sobre la demografía y el envejecimiento de la población de esta provincia. Así, entre los mayores de 65 años eran más del doble las mujeres que los hombres en hogares unipersonales (12.246 frente a 5.372 hombres) y en cambio, entre los menores de esa edad, los varones duplicaban a las mujeres (15.526 frente a 8418).

Son múltiples las razones que hay detrás de este incremento de quienes viven solos de manera voluntaria u obligada y todas tienen que ver con los cambios sociales que han dejado  a esta provincia -como al resto del país- prácticamente irreconocible con respecto a varias décadas atrás, donde lo habitual era vivir en casas en las que había mucha gente y los solitarios eran los menos: El envejecimiento es ahora mucho más activo y saludable -no es lo mismo, ni de lejos, una persona de 70 años del 2022 que de 1980-, la emancipación de las mujeres hace que ya no se vean tan obligadas socialmente ni a vivir en pareja ni a cuidar de otros si no lo desean, ha cambiado radicalmente el concepto de familia y las personas jóvenes tienen mucho más difícil que sus mayores formar la suya propia.

¿Qué otras circunstancias están pudiendo incrementar este tipo de hogares unipersonales? Fernando Pérez del Río, profesor de Psicología Social de la Universidad de Burgos (UBU) apunta, sin dudar, a la precariedad como la primera causa, a un estado del bienestar que ya no es lo que era: «Hace un par de décadas con un sueldo podría vivir una familia, siempre se podía encontrar trabajo y la jubilación era más temprana. Hoy no se dan ninguna de estas condiciones y para tener un hijo las parejas jóvenes tienen que encontrarse con unas condiciones extraordinariamente buenas, o muchos ingresos o un apoyo familiar extraordinario». Y esta reflexión la acompaña de una experiencia personal: «En un nuevo edificio que tengo frente de mi casa se instalaron cuatro parejas, muy jóvenes, solo una tuvo un hijo único, las otras tres se compraron perros».

 

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