La glamurosa segunda vida del jarrón de la abuela

A.S.R.
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Inés Núñez y Alba Manero, madre e hija, crean joyas a partir de la porcelana rota que lanzan bajo la marca Edelweiss

Alba Manero (i.) diseña y dibuja las creaciones e Inés Núñez las ejecuta - Foto: Jesús J. Matías

Una mesa con porcelana hecha añicos enmarca la escenografía. Pájaros, perros y flores, muchas flores, se extienden sobre el mantel. Las culpables de ese estropicio no se esconden. Formoles, destornilladores, alicates, tenazas, tijeras, lijas. Frente a un enorme ventanal por el que ese día se ve la lluvia caer, Inés Núñez y Alba Manero, madre e hija, se disponen a brindar una segunda oportunidad a esos jarrones, soperas o figuras de decoración que antaño ocupaban un lugar privilegiado en los salones de la abuela y ahora, en el mejor de los casos, se amontonan olvidados en desvanes y trasteros. 

Lo suyo es la porcelana rota. Rescatan estas piezas, las desmenuzan y reutilizan sus fragmentos convirtiéndolos en joyas. Colgantes, pulseras, anillos, broches o alfileres para el pelo que venden bajo el nombre de Edelweiss. Se pueden encontrar en su perfil de Instagram (edelweiss_ _jewels) y en algunas tiendas físicas, como Romo Boutique Vintage (Fernán González, 46).

«Desde el inicio del proyecto, dimos mucha importancia a que fuera lo más sostenible posible. Aquí todo se reutiliza, hasta las cadenas, que muchas son antiguas», remarca la hija y añade su madre: «Queremos que vuelvan a lucir lo que realmente valen esas soperas, meseros y otras piezas que tuvieron gran valor para nuestras madres y abuelas y ahora están en los trasteros o las casas de los pueblos». 

El azar las condujo por este camino. Inés encargó a una ceramista unos sujetadores de cortinas con forma de pájaro. Los hizo demasiado grandes y no la convencieron, pero se los colgó a modo de collar y enseguida despertó las miradas de sus amigas. En ese tiempo, Alba cursaba la especialización en accesorios en sus estudios de Diseño de Moda. «Todo surgió de una manera muy orgánica, dejamos algunas donde una amiga y se vendieron muy bien, el boca a boca funcionaba, nos encargaron una colección cápsula para una revista, las compraban en Madrid, una conocida las llevó a los MTV en Milán...», recuerda Alba. 

Pero las joyas se acabaron y se produjo un parón hasta la pandemia. Inés, profesora, se jubiló justo antes del confinamiento. «Cuando se terminó, no me encontraba muy bien. Yo había estado esperando la jubilación para hacer muchas cosas y, de repente, nos encerraron en casa. Así que cuando abrieron, necesitaba hacer de todo. Fue el mejor pretexto para recuperarlo», explica. 

Para entonces, los papeles estaban muy definidos. Alba diseña las joyas. No tiene un único método. Lo hace tras ver la pieza entera o a partir de los trozos una vez rota. Mientras que Inés se encarga de la ejecución. «En cuanto llegan, me las llevo a la cocina, las doy un golpe seco para descartar lo que no vale. Luego, poco a poco, voy separando todos los elementos, y los pulo, doy forma y voy colocando en función de los diseños», anota Inés. 

Tiendas de antigüedades, mercados y, en menor medida, internet proveen de estas figuras y vajilla, que no son baratijas, puesto que antaño estaban muy cotizadas. La mayoría de las que usan, de calidad, pertenecen a firmas como las italianas Capodimonte y Via Veneto, de Nápoles, donde se ubicaba la Real Fábrica de Cerámica, o las británicas Royal Doulton y Aynsley. 

La respuesta del público las hace apostar alto por este proyecto, que en un futuro quieren ampliar. Alba piensa que puede aplicar sus estudios de diseño de moda e Inés los de complementos de cuero que cursa en la Escuela de Arte. Confían en la buena fortuna de la flor de las nieves.