Hace 15 días, las expectativas de la cosecha en la provincia burgalesa eran de una producción media alta, con unas previsiones en torno a los 4.600 ó 4.700 kilos por hectárea, según el Servicio Territorial de Agricultura. Cebadas tempranas, trigo y en menor medida la cebada tardía estaban en pleno proceso de desarrollo, tanto de crecimiento como de granado, favorecidos por las abundantes precipitaciones de los primeros meses de primavera.
Sin embargo, la semana pasada, cuando lo que el campo pedía ya era el ansiado agua de mayo para seguir el ciclo vegetativo normal, no solo no llegaron las lluvias, sino que toda la comunidad de Castilla y León sufrió una ola de calor que fue creciendo a medida que avanzaba la semana, con temperaturas que superaron los 30 grados y que asolaron los cultivos de cereal, afectando sobre todo a la cebada temprana en su momento vital, pero también a la tardía y al trigo que necesitan humedad para empezar a echar hijos.
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