Hace unos días, el Instituto de Estudios Económicos (IEE) sacó a la luz el informe en el que se demuestra que en 2022 la presión fiscal ha batido máximos históricos alcanzando el 42% del PIB. El esfuerzo fiscal, es decir, la presión fiscal normalizada en función de la renta, ya es un 53% mayor que el promedio de la Unión Europea.

Dice el de la nariz muy larga, un tal Sánchez emulando a Pinocho, que este Gobierno "está para la clase media", efectivamente, pero con un matiz, para 'desvalijar' a la clase media, que es de donde sale el grueso de los impuestos. Y también están para fundirse nuestros impuestos en paguitas venezolanas. Si se lo dieran a los realmente necesitados sería perfecto, pero están abriendo tanto el abanico que ya se lo dan a los vagos y holgazanes, haciéndoles la vida fácil, sustentándoles sin dar palo al agua a cambio de comprar su voto. En román paladino, destrozando el país por la ley del mínimo esfuerzo, fomentando la mediocridad de la sociedad e hipotecando el futuro a largo plazo.

En el caso del IRPF, que es por donde se capta la mayor presión fiscal, la cosa esta casi un 9% por encima del promedio europeo.

Con estos mimbres, en las empresas cuesta mucho explicar a los empleados que quien les 'desvalija' no es la empresa en la que trabajan y que paga los impuestos por ellos según se refleja en la nómina, la cual muchos no entienden. Quien les 'desvalija' es el Estado que está todo el día diciendo que hay que subir sueldos, lo cual es lógico, pero después los trabajadores ni aprecian las subidas porque siguen aumentando de forma desmesurada la presión fiscal. Además, los servicios que se prestan son cada vez más deficientes. Señor Sánchez mírese la palabra 'eficiencia' en el diccionario y aplique el cuento. Las empresas privadas la tienen bien aprendida.

En 2023 ya han anunciado más subidas de impuestos, por si fuera poco. Es la forma fácil de gobernar, en vez de luchar más contra el fraude fiscal y fomentar el crecimiento económico.