La cantera del fútbol femenino busca que las niñas tengan las mismas oportunidades que los niños. El Capiscol CF lleva más de una década trabajando porque estas palabras se traduzcan en hechos. Su andadura comenzó con la absorción del Nuevo Burgos Femenino y la Peña Antonio José hace ya 12 años. 

El club rojillo echó a andar con un conjunto de Primera División Regional femenina con apenas 16 chicas, pasó a tener un filial en Segunda Regional, que desapareció en los años de pandemia y se recuperó el curso anterior, y en esta campaña cuenta con dos escuadras de nueva creación, una infantil y otra alevín, además de varios conjuntos mixtos. 

El engranaje que hoy se mueve con 82 chicas cuesta arrancarlo, aunque supone un punto de inflexión y, en consecuencia, un impulso. «Los inicios, como en todo, son un poco desastrosos y complicados. Veo el trabajo que ha hecho durante casi 30 años Carolina Goicoechea con el Nuestra Señora de Belén y... es brutal. Llevamos más de una década intentando crecer y nos está costando. Ahora hay un 'boom' se nota que las selecciones femeninas ganan campeonatos. Los clubes nos tenemos que poner las pilas en este aspecto porque cada año va a haber más niñas», asegura Javier Bustamante, coordinador de fútbol-7 y fútbol femenino del Capiscol CF, quien agradece el apoyo de «Alfredo, nuestro patrocinador de Aislamientos Burgaleses, porque nos ha dado su plena confianza. Es una base fundamental para que esto pueda seguir», advierte.

El primer equipo, apoyando y colaborando en la campaña de donación de médula. - Foto: Alberto Rodrigo

El paso de algunos entrenadores como Jorge, «con una paciencia infinita» o la llegada de Carlos 'Carolo' o el trabajo de Quique y Omar, la apuesta de chavales como Rodri son «importantísimas, porque son personas que vienen a aportar». 

Han pasado unos pocos meses desde que empezó la temporada 2022-23 y Bustamante ya nota el cambio. «Lo más importante es que las niñas jueguen. En infantil y alevín no tenemos mucho nivel para competir, pero es que están aquí para formarse y progresar. Tengo muy claro que no van a ser futbolistas pero que hacen lo que quieren que es jugar al fútbol. Yo me quedo con que mejoren y estén cómodas», apuntilla. 

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Su mayor quebradero de cabeza y, eso que el fútbol no le da muchos, puede ser «los padres (forofos), porque desconocen todo el trabajo que hay detrás», apuntilla además de agregar otro punto negro que supone «mimar a los árbitros, porque ellos también están aprendiendo». Siguen subiendo el Everest al que ha llegado el Nuestra Señora de Belén, estos 'sherpas' prosiguen su escalada. Van a más.